Paisaje

Crítica de Martín Chiavarino - Metacultura

El mapa y el territorio

La ópera prima de Jimena Blanco como directora es un film sobre cuatro chicas adolescentes que se escapan de sus casas una noche a fines de los años noventa para acudir a un recital de unos amigos en un sótano de la Capital Federal. Paisaje (2018) narra las peripecias de las chicas lejos de sus casas en la noche rockera porteña, sus anhelos, amores, secretos e intimidades que surgen y se esconden en un mismo movimiento de contracción muscular.

Utilizando preponderantemente primeros planos y primerísimos primeros planos, la obra de Blanco elude precisamente los paisajes y la ciudad para centrarse en las miradas, gestos y acciones de las chicas como eje de la acción. La historia sigue las caras y los detalles que se centran y se difuminan constantemente como todo en la adolescencia para describir mediante la cámara las sensaciones y los sentimientos que las jóvenes experimentan en su pequeño acto de rebelión.

El miedo a la policía, la visión de la música rock como una compuerta al estrellato, las primeras experiencias amorosas y el vagabundeo son algunas de las cuestiones que Paisaje trabaja bajo el influjo de las envolventes melodías de Henry Navia y la voz de Lucía Tacchetti. Blanco logra aquí una rara mezcla de experimentación formal con indagaciones urbanas siguiendo una narración no convencional en la que la música es tan protagonista como las cuatro intérpretes principales, Laura Grandinetti, Camila Rabinovich, Camila Vaccarini y Ana Waisbein, de gran trabajo actoral. La amistad surge como un lazo que une a las jóvenes en su recorrido tanto por la ciudad como por la vida, tomando la forma de un apego ejemplificado en cada toma alrededor de una noche significativa que quedará como recuerdo para el resto de sus vidas.