Pacto criminal

Crítica de Nicolas Mancini - El Lado G

La nueva película de Scott Cooper (CrazyHeart 2009, Out of the Furnace 2013) se centra en la relación entre el mafioso irlandés Jimmy “Whitey” Bulger y el FBI: un trato que consistió en eliminar del mapa al crimen organizado italiano. Para esto, Bulger tuvo que “rebajarse” al nivel de informante (considerado por algunos como un soplón) para que la policía estadounidense, con quien compartía enemigo en común, se encargase de hacer el trabajo sucio que tanto le iba a costar. Black Mass es contada a través de testimonios en tiempo presente de los matones de Bulger, y retrocede a los 70? para mostrar el verdadero transcurso de los hechos.

La relación entre la mafia de “Whitey” y el FBI es el conflicto principal y está representada por un dúo actoral muy logrado: Johnny Depp – Joel Edgerton. El personaje del primero es violento, frío, temperamental y perturbador: se extrañaba el Depp metamorfoseado y provocador, que genera una presencia tan fuerte y marcada. Se trata de un Bulger intimidante e impredecible, al que no le tiembla la mano a la hora de derrochar violencia. Sin dudas que es una de las mejores actuaciones de Depp en los últimos 15 años de carrera. Algo similar sucede con John Connoly, el policía del FBI y amigo de la infancia de Bulger, que es desarrollado por un Edgerton más que aceptable, en el que se lo puede ver maduro. Están muy bien marcadas las características de Connoly: un tipo que está más allá del bien y del mal y tiene la calle en sus venas, un ex “chico de barrio” con dinero.

El resto del reparto está un poco desaprovechado. Benedict Cumberbatch, Dakota Johnson y Kevin Bacon tienen apariciones esporádicas y poco consecuentes en la historia, caso contrario al de personajes, cuyos nombres no se dirán para no arruinar sorpresas, que tienen su minuto de gloria y son capaces de cambiar el transcurso de la película.

Black Mass tiene un comienzo prometedor, inspira a gran thriller pero se hace monótona a medida que el guión avanza. Los sucesos desafortunados que implican al protagonista crecen más y más, y como consecuencia, el motor de la película resulta ser el actor como ente individual: Depp-Bulger. Las escenas de violencia aparecen el momento justo, sumamente justificadas y con el grado perfecto para lograr el choque. Black Mass en ese sentido no tiene miramiento, no le importa el descaro de una persona estrictamente criminal. El final se torna predecible y poco épico.

Violenta como Out of the Furnace, pero no tan melancólica, la anterior película de Cooper fue más redonda, cargada de personajes y creadora de un estilo urbano devastador. Por el contrario, Black Mass solo se resume en una complicada historia verídica, sin abundancia de momentos memorables ni giros, pero sí elevada por un enorme Johnny Depp.