Pabellón 4

Crítica de Rocío Belén Rivera - Fancinema

LA LIBERTAD ES UN ESTADO DE LA MENTE

Diego Gachassin es un joven director que ha sabido en su carrera retratar las problemáticas de algunos de los sectores que la sociedad margina, discrimina y aísla: los inmigrantes y los presos. En su anterior largometraje, Gachassin se metió de lleno en la realidad empírica de vivir privado de la libertad y las trabas burocráticas que el sistema carcelario impone en su dinámica (Los cuerpos dóciles, 2016). En Pabellón 4, su última producción, se vuelve a inmiscuir en los muros de una cárcel para traernos una historia que nos brinda otra realidad de las cárceles de máxima seguridad y el trabajo social que allí hacen cientos de personas.

El documental presenta el accionar de dos personajes centrales: Alberto y Carlos. Alberto Sarlo es un escritor y abogado que les brinda a los presos del Pabellón 4 un taller de literatura y filosofía; y Carlos, un ex convicto del pabellón que reingresa, pero esta vez en la categoría de ayudante de Sarlo. El film permite evidenciar de forma silenciosa los encuentros de estos talleres filosóficos y las producciones a la que muchos de los presos llegan: redacción de descargos, análisis de teorías filosóficas (de Hegel, de Sartre, de Dostoievski) o escritura de poemas. El documental presenta también todos los vericuetos burocráticos que el taller debe afrontar para poder tomar legalidad jurídica dentro de la institución carcelaria de Florencio Varela, y cómo los detenidos elaboran las teorías estudiadas introyectándolas y confrontándolas con sus propias vidas y con aquello que los espera afuera. La animalidad, la bestialidad, lo inhumano, lo privado de derecho que vende la imagen cierta de lo que sucede dentro de una cárcel (y que efectivamente, debe suceder en muchas de ellas) cae ante este relato verídico de lo que la empatía, la preocupación por el otro, el trabajo desde la cultura y el deporte, pueden lograr en la “recuperación” de aquellos sujetos que han violado las leyes de convivencia que rigen nuestro país, objetivo del que se jacta la existencia de las unidades penitenciarias.

Entre charlas, lenguaje coloquial mezclado con el académico, mates, risas, discusiones, Pabellón 4 muestra la realidad de los presos que conforman el pabellón, el por qué terminaron allí, cómo la sociedad los violentó al marginarlos, cómo la realidad los chocó de la forma más cruel. Del mismo modo presenta a Sarlo, explicitando su idea y propósito del taller. El documental se encuentra filmado no sólo dentro de la unidad de Florencio Varela, sino también en mobiliarios externos, donde se gesta la logística del taller. Siempre desde su género documental, la acción de mostrarnos el devenir de este taller dentro de la cárcel se encuentra fragmentada por canciones de rap entonadas por el propio Carlos, quien además de escribir poemas, los recita mediante este género musical y donde cuenta un poco más de la realidad que le tocó vivir y del contexto que a muchos de los presos circunscribe.

Mostrándonos la realidad paralela de la vida en una unidad penitenciaria, Pabellón 4 viene a derribar mitos y estereotipos del funcionamiento de las cárceles y los presos y trabajadores que allí conviven. Esto no quiere decir que no exista también la realidad brutal e injusta de la imagen más común que venden los medios de comunicación sobre las cárceles, pero como sucede siempre, siempre hay dos campanas, queda en cada uno saber buscarlas y escucharlas.