Ouija

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

Curiosidad que mata

De chicas, el pasatiempo favorito de Debbie y Laine era hacerle preguntas a una tabla ouija. Ya adolescentes, Laine pasa a buscar a Debbie pero la chica prefiere quedar sola en su casa. A diferencia de su amiga, ella sigue con el viejo hobbie, que, obviamente, no es un hobbie y esto es una película de horror. De modo que a Debbie, la rubia, la que parecía protagonista, un estremecimiento le deja los ojos en blanco y acto seguido se cuelga con una cadena al cuello de la araña del comedor. Esto, en la primera escena. La protagonista de Ouija, entonces, es Laine (Olivia Cooke), la morocha, la escéptica, quien de a poco sospecha, luego cree, en algo sobrenatural, una presencia maligna que asediaba a su amiga. Era una picardía desaprovechar los encantos de la actriz Shelley Hennig, de manera que Debbie retorna como fantasma. Laine y sus amigos la invocan para saber si realmente se suicidó o si fue asesinada. Y entonces la trama cobra cierto interés. Ouija es una película que va a lo seguro, con un elenco de tempranos jóvenes al estilo Crepúsculo, un guión poco novedoso y los efectos digitales de rigor, pero provoca dos o tres sobresaltos que calan hondo. Para el público que aprecia el terror, eso es más que suficiente