Ouija

Crítica de Jonathan Plaza - Función Agotada

El fallido nuevo comercial de Hasbro

A pesar de lo famosa que es la práctica de las sesiones de espiritismo que se sostienen en el uso de la tabla ouija, no hay muchas películas que la hayan retratado de forma troncal. The Ouija Board (Max Fleischer) de 1920 es una de las más antiguas que tuve oportunidad de ver. Es un cortometraje que mezcla animación con acción real y maneja un concepto muy divertido sobre la tabla. Después, en todos los posteriores, la ouija va a ser sólo el detonante del film y nada más (por ejemplo The Uninvited de 1944, Witchboard de 1985 o incluso El Exorcista) La razón fundamental por la cual en casi ningún caso la narración se desarrolla completamente a través de esta extraña práctica pasando a ser sólo el impulso argumental es simple, ver a un grupo de personas sentadas en una mesa y hablando solas no es nada cinematográfico pero beneficia que se genere un interesante fuera de campo en la psiquis del espectador a la hora de construir el ambiente.

Ahora la empresa Hasbro, después de transformar su juego de estrategias por excelencia (Batalla Naval) en una película con Rihanna, decidió que para vender su tabla ouija la mejor publicidad era hacer una película. El eslogan de venta “Con nuestra tabla vas a poder contactar con espíritus reales que van a matar a tus amigos de verdad” resulta… digamos… un tanto… audaz… pero parece que esta gente lo consideró una buena idea y acá estamos, frente al estreno de Ouija.

La premisa es la siguiente: Una chica muere en circunstancias poco claras y sus amigos la convocan a través de la tabla para que les conteste algunas de sus dudas. El jueguito sale mal y despiertan un espíritu que empieza a perseguirlos. La ouija se convierte rápidamente en lo que Hitchcock denominaba el Mcguffin y la película se vuelca al estilo típico del terror moderno que se relaciona más al subgénero de casas embrujadas que a otra cosa. Un personaje o grupo ingresa a un lugar o realiza un acto que interrumpe el descanso de una entidad, lo sobrenatural irrumpe entonces en la cotidianidad de ese grupo y para vencer esta fuerza maligna el grupo debe desentrañar la historia de un objeto y/o lugar. A todo esto, la película suma muertes one by one para mantener el adolescentismo en la narración. Más o menos el tomo uno del manual del terror mainstream.

En Ouija la tabla es sólo el Mcguffin.
Ouija transita este simple camino argumental sin detenerse en la intensión de construir, ni siquiera esbozar, algo de ambiente que haga más fértil la aparición del suspenso o el terror. Entonces, esta característica de estar hecha en piloto automático y con manual abajo del brazo se transfiere al espectador que la ve de la misma manera. Sin empatía por los personajes, sin preocupaciones por el destino de los mismos y sin importar para nada lo que pretende contarnos. Finalmente la película opta por el ya desgastado recurso del doble final. Genera un cierre que se pretende épico faltando 15 o 20 minutos de metraje, distiende y luego da un giro que nos sumerge en otro final más. Ninguno de los dos intentos de desenlace funcionan dramáticamente en este film.

El 2014 cerró muy mal para el género del terror y el 2015 empieza peor. La esperanza es que se sigan estrenando cintas independientes como Ausencia (Absentia), Oculus, The Babadook y Un Pasado Infernal (Haunter) para que con ellas siga creciendo ese híbrido entre el terror y el drama familiar que viene aportando muy buenas propuestas.