Ouija

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

Otro tablero del miedo

Cuando a fines de los años '80 el experto en efectos especiales Chris Walas realizó La mosca 2, destruyendo paso a paso a la obra maestra de David Cronenberg, aun no se pensaba que cualquier empleado de un estudio podía colocarse detrás de cámaras. Pero en los últimos años, especialmente en el género de terror, ya es moneda corriente que un especialista en el rubro (con las lejanas excepciones de Douglas Trumbull y Stan Winston) adquiera tal protagonismo.
Los resultados, en general, son penosos y no van más allá de meros formularios de un cine para adolescentes en donde los estudios construyen una serie de materiales de olvido inmediato.
Es el caso de Ouija, parida por el también guionista Stiles White, un nuevo desperdicio fílmico sobre el tablero genérico que reclama la presencia de fantasmas y gente que se fue y que es instada a volver. La desaparición de Debbie lleva a que Laine y su novio, junto a otros amigos que andan por ahí, aún sospechen de la triste ausencia. Oh casualidad, el grupito encuentra el tablero y desde la maderita intenta conectarse con el más allá, provocando el retorno de algunos individuos que andan con ganas de cortar cabezas y descuartizar miembros superiores e inferiores.
Pobrísima aun en su aspecto artesanal, con un reparto actoral que pone cara de susto a cada minuto y medio, plagada de efectismos baratos que se apoyan en una ruidosa banda sonora, Ouija no hará historia dentro del género ni aun si se la compara con los repetidos asesinatos ochentosos de Freddy Krueger en Pesadilla y el Jason Voorhees de la saga Martes 13. Vaya manera de empezar el año con este casi nulo exponente del terror.