Ouija: el origen del mal

Crítica de Lilian Lapelle - Cine & Medios

Mejor no jugar con ciertas cosas.

Esta precuela de "Ouija" (2014) se sitúa en Los Angeles en la década del 60. Alice (Elizabeth Reaser) es una madre que ha enviudado recientemente y debe afrontar la complicada tarea de cuidar sola a sus dos hijas, una adolescente llamada Paulina (Annalise Basso) y la pequeña Doris (Lulu Wilson).
Para afrontar los gastos del hogar la señora ofrece sus servicios como espiritista -sin contar con ningún dote natural para la tarea-, utiliza trucos y la ayuda de sus hijas para mover mesas, apagar velas y simular almas en pena, todo con tal de que los clientes se vayan contentos y paguen por sus servicios.
Su hija mayor le sugiere comprar una tabla Ouija para ofrecer un nuevo servicio, ya que se habían puesto de moda.
Luego de que la familia juegue por primera vez para probar el chiche, los sucesos extraños no tardan en aparecer. Doris comienza a comunicarse con espíritus, y se convierte en la médium de la casa, sin necesidad de artimañas, y es quien trae el sustento al hogar.
Mientras la madre esta feliz con las nuevas habilidades de su niña, la hermana mayor sospecha que algo no anda bien y le pide ayuda al sacerdote de su escuela (Henry Thomas) quien apenas entra a la casa se da cuenta de qué se trata y, como suele suceder en este tipo de filmes, que algo macabro ha pasado en el lugar hace unos años y algunas almas malignas se han quedado por allí.
Una vez que el planteo está hecho el filme se convierte en una seguidilla de horrores, muertes, personas poseídas, demonios y todo lo que se le aparezca.
La casa antigua y lúgubre tiene una estética maravillosa para desarrollar la historia, que visualmente es muy potente, y provoca varios saltos en el espectador. El trio femenino lleva muy bien la historia pasando por peleas familiares, la pérdida de un padre, y finalmente experimentando el terror en todas sus formas.
La familia que al principio del filme utiliza las historias de espíritus para pagar las cuentas, termina paradójicamente pelando contra ellos para salvar sus vidas. Si bien esto es un cliché en el género, igual funciona ya que el filme lleva muy bien los tiempos, revela la historia de a poco, y genera un enorme grado de tensión y suspenso hasta que explota y de ahí en más solo se trata de asustar al espectador, y mucho.