Ouija: el origen del mal

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Los Ángeles, 1965. El filme abre con un cartel que anuncia que en esa casa vive una vidente, Alice Zander (Elizabeth Reaser). Una viuda, madre de dos niñas, una adolescente, Paulina Zander (Annalise Basso), y la otra Doris (Lulu Wilson), una púber. La madre trata de convencer a la menor que lo que hace, con ayuda de ambas hijas, no es estafar a la gente sino darles esperanza y posibilidad de resolver cuestiones intimas con sus afectos desaparecidos.
Es en procura de este efecto que añaden una nueva herramienta a sus sesiones de espiritismo en formato de juego de mesa, e impensadamente permiten que a su casa entre un auténtico espíritu maligno. Cuando el despiadado y cruel espíritu se apodera de la hija más joven la reducida familia deberá enfrentarse a terrores inimaginables para salvarla y tratar de deshacerse del perverso intruso retornándolo al lugar al que pertenece.
Cuando la niña empieza a tener comportamientos extraños, la madre supone que el “don” que tenía su propia progenitora ha saltado una generación y se hizo carne de la pequeña.
La hermana mayor, en cambio, tiene un registro diferente, ella ve a su pequeña hermana como poseída. Aquí podría hacer un alto y leer el texto como hermana celosa, desplazada del amor de su madre, etc. Pero es hilar demasiado fino para una historia que no lo propone de manera fehaciente, y menos aun lo desarrolla.
Construida con todos los elementos básicos del género, con bastante criterio en la mayor parte del metraje, hasta que hace aparición el Padre Tom (Henry Thomas), un cura que además es el director de la escuela a la que concurren las hermanas.
Es que desde ese instante las situaciones y los conflictos pasan por el supuesto que el espectador sabe de que están hablando, es verdad que esta producción es la precuela del exitoso, no por eso buen film, “Ouija” (2014).
Se nota el cambio en la responsabilidad final de la producción, el director Mike Flanagan ya había tenido experiencia en el género con “Oculus” (1013), por lo que demuestra que sabe utilizar todos los elementos del catalogo de éste tipo de filme, no falla en el ensamble y dirige bien a sus actores. Buena dirección de arte, haciendo uso correcto de la fotografía, montaje clásico bien acompañado por el diseño de sonido, con algún que otro exabrupto sonoro. Entonces, y por deducción lógica, el problema se encuentra en el guión mismo, previsible, inverosímil y aburrido.