Otro entre otros

Crítica de Javier Luzi - CineramaPlus+

De igualdades y diferencias

Sensible mirada acerca de la homosexualidad dentro de una comunidad religiosa.

Suele ocurrir que los colectivos discriminados reproducen con la misma virulencia, y a veces hasta con mayor fuerza, los procedimientos y métodos de los que son víctimas. Inexplicablemente vemos minorías que actúan las fobias, los rechazos, los preconceptos y prejuicios como si no supieran de qué va la cosa. Y las ejercen sobre otros grupos y entre sus mismos componentes. Seguramente tenga que ver con las apuestas electivas: si priorizamos la diferencia o la igualdad.

Mucho de todo esto se desarrolla en Otro entre otros, el documental de Maximiliano Pelosi, que desanda la historia de vida de cuatro hombres judíos y homosexuales. Si el punto de partida es la frase “no hay judíos gay”, de por sí el filme procura visibilizar lo doblemente invisibilizado. Gustavo, Daniel, Diego y Dan se plantarán frente a la cámara para, como lo hicieron antes en la vida real y frente a sus seres queridos, respetar su deseo. Ser gay hoy en día no es la caza de brujas de tiempo ha pero tampoco resulta un lecho de rosas. Y si los dedos que señalan, los murmullos a las espaldas, las sonrisas burlonas o los insultos soeces no condenan abiertamente, no por ello han desaparecido o redujeron su peso simbólico y de rechazo social.

Sostener un deseo “otro” y pretender cumplir con el ejercicio de la religión es una quimera en la que la ausencia de una pareja en las reuniones comunitarias es el precio a pagar y siempre es mejor el silencio antes que la verdad. “Ojos que no ven…” dice el refrán y uno ya sabe lo que cuesta menos.

Si formalmente la película no se precia de ser vanguardia ni escapar del formato entrevista a cámara, su elección de testimonios y la edición de los mismos, que exponen las contradicciones, es lo que aporta la dosis de emoción y compromiso que hacen la diferencia. Padres que no quieren saber o que aún luchan con sus propios prejuicios o que toman decisiones extremas, amigos que se alejan o replantean la amistad vivida o, aún permaneciendo, sostienen discursos claramente homofóbicos. Y esto aumenta el rasgo de humanidad y la empatía emocional que genera el filme. Y aunque la militancia GLTTBI asome en el mismo relato de la creación de la JAG (Judíos Argentinos Gays) no hay panfleto, discurso prefabricado ni abstracción conceptual que posibilite lejanía alguna con el material. Y no es que se imponga la historia privada por sobre la otra Historia. Es que la imbricación se evidencia en la trama de los relatos de vida de cada uno de los que se expone.

Parafraseando al Shylock de Shakespeare: somos todos iguales y si nos pinchan, sangramos. Y eso es lo único que importa. O lo que nos debería importar.