Otro corazón

Crítica de Santiago Balestra - Alta Peli

Una película que peca más por excesos que por carencias.

Salvo honrosísimas excepciones, la gran mayoría de los guiones argentinos adolecen de un desarrollo coherente e interesante. Estamos ante una nueva especie de falencia, advertida con frecuencia en cinematografías extranjeras, pero muy pocas veces vista en nuestro cine. Se trata de un error que puede expresarse claramente a través de la máxima «El que mucho abarca poco aprieta».

¿Cómo está en el Papel?

La trama es súper sencilla: en el mismo momento en el que un hombre se encuentra a punto de ser padre, su propio padre empieza a tener complicaciones coronarias, lo cual genera una búsqueda frenética por un donante y, por consiguiente, el descuido de su propia paternidad. Si se hubieran limitado solo a esto, la película podría –gracias a la calidad de los actores protagónicos- despuntar un poquito más. Sin embargo, la zozobra se produce por un exceso de personajes: personajes que no pinchan, ni cortan, ni suman a la trama.

Hay una subtrama relacionada a los integrantes de una cooperativa que integra el padre del protagonista, pero nunca queda del todo clara la causa por la cual pertenece a dicha organización ni por qué le interesa tanto. Es precisamente por esta razón que uno siente que toda la subtrama y los personajes que integran ese microuniverso están completamente de más. Si se hubiera prescindido de esto, la película hubiera sido perfecta.

Es tan notoria esta falencia, que para cuando llega el desenlace, echa por tierra lo poco de positivo que tenía la trama principal. No hay un cambio notorio en personaje principal, y si lo hay, es muy forzado. No hay un aprendizaje -cosa que a películas de esta naturaleza les encanta inculcar- o por lo menos no uno claro. La resolución de la trama es tan poco satisfactoria que habrá algunos a los que les parecerá indignamente inadecuada, tratándose de una película que supone fomentar la donación de órganos.

¿Cómo está en la Pantalla?

En el apartado actoral no tengo críticas. Todos están excelentes, a pesar de que a más de un grosso le toca encarar roles de relleno. Brillan Carlos Moreno y Mariano Torre. Destaca Fabián Gianola (si, señora, ese Fabián Gianola). Un párrafo aparte merecen las tres cantantes de la película: Patricia Sosa, Marta Mediavilla y Elena Roger, que actúa tan bien como canta (Dios mío, qué voz, qué voz). Por el lado de la técnica, está todo más que bien: buena fotografía, buen montaje, buen sonido; nada que criticar.

Conclusión:

Una trama sencillamente perfecta que contaba con una factura actoral y técnica como para no ser una película argentina más del montón, pero que sin embargo, se echa a perder con personajes de más que -más que denotar una película coral sobre un tema serio- acaba siendo una confusión matizada con cursilerías.