Otro corazón

Crítica de Pablo Raimondi - Clarín

Entre dos tierras estás

A la vida hay que encararla muchas veces desde varios frentes y algunas situaciones se desencadenan en simultáneo para poner a prueba el temple de uno. Así le sucede a Leo (Mariano Torre), quien por un lado enfrenta la recta final del embarazo de su esposa María (Elena Roger) y, por el otro, se entera de que lo que comenzó como un chequeo coronario de rutina de su padre (Carlos Moreno) derivó en un inevitable trasplante de corazón.

Esta doble tensión es la que empuja minuto a minuto el argumento de Otro corazón , donde el director Tomás Sánchez incursionó en el delicado tema de la donación de órganos y se asesoró con especialistas del Incucai y de la Fundación Favaloro, firmas que apoyan y auspician el filme, además de entrevistar al doctor Jorge Rodríguez Kissner, quien en 2009 estuvo en la lista de emergencia nacional y recibió un trasplante exitoso.

Otra pata interesante de esta historia es el destino de la financiera familiar cuyo destino económico tambalea. Una cooperativa agraria, deudora de ellos, propone crear en conjunto una planta de elaboración de productos lácteos con el fin de reactivar la actividad de ambos. Y aquí el jefe de familia ingresará en un doble desafío: preservar su salud y cumplir con la obligación moral de colaborar con el ámbito rural. Un ejemplo de clara generosidad en un momento de riesgo personal.

Leo, día a día más compenetrado en el devenir económico y en la enfermedad que aqueja a su progenitor, sufre excesivamente el crudo proceso de la aparición de un donante. Y tritura sus nervios en reuniones con profesionales, adicciones tecnológicas y encuentros con familiares que atraviesan una situación similar a la de él.

El director tuvo la claridad profesional de enfocar toda la carga emotiva en el papel de María quien contrasta con la mesura y tranquilidad del rol encarnado por Fabián Gianola, un hermano médico de Leo que acompaña y asesora sin reproches a la pareja.

El padre en silla de ruedas, a la espera del milagroso donante y los silencios de un ritualístico proceso de despedida son pliegues del dolor familiar que contrastan con la llegada de un nuevo niño. Dos tierras de un mismo presente.