Oso intoxicado

Crítica de Rolando Gallego - LúdicoNews

Por esas cosas de la lógica ilógica de la distribución los osos tendrán un protagonismo en las salas de Argentina. Winnie the Pooh: Sangre y Miel y Oso Intoxicado desembarcan en los cines apostando al gran interés del público por el género, aunque cada una transite el “terror” de la manera que mejor le quede.

Sobre la primera ya pueden encontrar algunas palabras en este mismo espacio, pero hoy la intención es destacar la segunda por su riesgo y sus ganas de transitar un relato que, en manos de otro/otra director/directora, hubiera terminado en algo completamente diferente.

Oso intoxicado le debe todo a su realizadora Elizabeth Banks, actriz, productora, que se pone detrás de las cámaras para llevar adelante la difícil empresa de narrar los hechos que acontecieron, en la realidad, en 1985, cuando en Tennesee, Estados Unidos, cayeron 70 kilos de cocaína de un avión y un oso ingirió gran cantidad de esos kilos y terminó generando una masacre.

Vuelvo sobre el punto que en manos de otra persona, esta película hubiera zozobrado, pero gracias a un inteligente guión, logradas interpretaciones y el entender que la seriedad y la solemnidad no tenían que ser de la partida, se termina por consolidar uno de los relatos más originales y divertidos de los últimos años.

Keri Russell, O’Shea Jackson Jr., Alden Ehrenreich, Margo Martindale y la maravillosa Brooklynn Prince (sí, la nenita de The Florida Project), se adentran al juego propuesto por Oso intoxicado, y juegan y brillan en cada una de las escenas, al igual que el desparpajo con el que se van contando las sangrientas mutilaciones con las que el oso va asesinando, uno a uno, cual Diez Indiecitos, de Agatha Christie, a los protagonistas.

Oso Intoxicado es una fiesta cinematográfica, que cuenta con grandes momentos de tensión, pero también de humor, además de acompañar las escenas con una banda sonora exquisita que nos lleva al pasado.

Ideal para verla y disfrutarla sin pedirle rigurosidad documental ni verosímil, porque justamente es todo lo contrario, y ahí es donde radica su logrado funcionamiento de la propuesta. Una verdadera fiesta.