Oso intoxicado

Crítica de Franco Denápole - Funcinema

“ESCOBEAR” NO DEFRAUDA

Ya en el cortometraje Middleschool date, perteneciente a la polémica Movie 43, Elizabeth Banks mostraba su interés por el humor irreverente e indecoroso, que vuelve a ejercitar en su tercer largometraje, Cocaine bear, el cual recibió en Latinoamérica la denominación de Oso intoxicado. La película está basada en el caso real de un oso (al que se lo bautizó popularmente como “Escobear”) que sufrió una sobredosis de cocaína en 1985, luego de que un contrabandista dejara caer varios kilos de la sustancia en el Bosque Nacional de Chattahoochee. La directora toma este incidente puntual y teje alrededor una trama de enredo caracterizada por la abundancia de violencia explícita en clave humorística y protagonizada por un grupo de personajes bizarros y cómicos.

Bien realizada, la fórmula es garante al menos de un buen recibimiento entre cierto sector del público que disfruta de ver una producción de buen nivel que se enmarca dentro de un tipo de películas modestas y de intención lúdica, históricamente asociadas al cine de bajo presupuesto. Eso es, a grandes rasgos, lo que ocurre con Oso intoxicado: una trama sencilla, organizada con un núcleo narrativo claro y potente, y un elenco de personajes por lo general humorísticos, a excepción de algunos que además funcionan como un anclaje emocional modesto, en este caso, necesario para el espectador.

Banks gestiona sus recursos con destreza, construye protagonistas y situaciones divertidas, maneja un buen timing para el diálogo humorístico y, sobre todo, sostiene un equilibrio interesante en cuanto al verosímil, estableciendo un mundo creíble en relación a las leyes que fija, alejado evidentemente de una pretensión verista pero sin caer en hipérboles demasiado exageradas.