Orquesta El Tambo

Crítica de Matías Gelpi - Fancinema

UNA EXPERIENCIA SIN PATERNALISMOS

Orquesta El Tambo es de esos productos que nos impulsan a cuestionar, al menos levemente, la manera en que se produce y se distribuye cine nacional con impulso del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales. Sólo me permitiré hacer un par de preguntas retóricas: ¿es necesario que todo largo producido por el INCAA sea estrenado comercialmente? ¿Acaso no hay productos que tranquilamente podrían ser distribuidos en televisión, plataformas de streaming oficiales, o festivales afines, sin necesidad de exponerlos a un estreno comercial árido e irrelevante que sólo sirve para que el Instituto se anote otro punto en la carrera para superar la producción del año anterior? Creo que el caso de Orquesta El Tambo, documental correcto de evidente factura y duración televisiva, es de esos productos que podrían haber seguido ese circuito alternativo.

La película de Líber Menghini y Jorge Menghini Meny nos cuenta, a manera de resumen, la experiencia del Programa Social Andrés Chazarreta de orquestas infantiles, a través de la historia de la primera orquesta formada en ese marco que es la del barrio El Tambo en el partido de La Matanza, barrio construido por la Federación de Tierra y Vivienda, cuya cabeza visible es la de Luis D`Elía. Es cierto que el nombre del dirigente piquetero aparece entre flores un par de veces durante el metraje pero, por suerte, la película no se degrada para convertirse en un panfleto sino que continúa su camino: retratar las consecuencias sociales de la formación de la orquesta.

Ya adelantábamos al principio que, formalmente, Orquesta El Tambo se puede calificar como correcta; con un montaje que intercala entrevistas de los diferentes responsables y grabaciones de las diferentes presentaciones de la orquesta, ensayos e intercambios. Por lo tanto, quizás vale la pena detenerse en algunas ideas que aparecen intercaladas en los discursos de los protagonistas, ya que no todos caen en el típico paternalismo progre. Hay profesores que destacan la importancia de estos programas pero que también relativizan sus alcances; chicos a los que seguramente la orquesta les cambió la vida para siempre y otros que se entusiasman porque no había nada mejor que hacer. Es decir, personajes que exageran la genialidad absoluta de los programas sociales, pero también otros que se limitan a exponer causas y consecuencias sin recargar las conclusiones. Esa manera de esquivar un poco el lugar común es lo más interesante del film. Y de aquí podemos extraer una conclusión conocida pero subrayable: la cultura sólo necesita unos pocos recursos y una orientación inteligente para que surja como experiencia renovadora, basta con dejar de administrarla como capital netamente político, paternal y panfletario.