Orione

Crítica de Javier Luzi - Visión del cine

Un documental que cuenta retazos de una vida, en contraposición a lo que la noticia policial simplifica como un delincuente o, lisa y llanamente, un pibe chorro, es lo que presenta Toia Bonino en Orione.
Unas imágenes de video familiares abren Orione. Luego una voz en off de mujer comienza a relatar historias de familia, la de los Robles: la vida de sus hijos Leo y Ale, haciendo hincapié en éste último, mientras la vemos cocinando una torta. A medida que la trama avance descubriremos que lo que se cuenta es una vida que se desvió hacia el delito.

El documental se arma a través de una polifonía de imágenes y voces: fiestas y reuniones familiares filmadas con cámaras hogareñas, de narraciones en off, de material de archivo televisivo y de registro propio (la entrevista, el entierro) pero también de filmaciones de procedimientos policiales, de una especie de Cámara Gesell a un menor y de autopsias. Lo que inevitablemente lleva a pensar cómo fueron conseguidos. O en qué momento se desdibujó el límite de lo privado para exponer públicamente a niños o a muertos y a sus familiares. Hay ahí algo para debatir.

Barrio Don Orione es una localidad en Claypole, en el partido de Almirante Brown, en la zona sur del Gran Buenos Aires: un complejo habitacional de monoblocks levantado durante la dictadura y habitado por miembros de clases populares. De esos típicos lugares estigmatizados en las últimas décadas por los medios y avasallados por la policía en su represión metódica.

Dividida en 7 capítulos la película (por la cual Toia Bonino ganó el premio a mejor directora de la Competencia Argentina en el Bafici 2017) no justifica ni avala, a partir de su reconstrucción de una existencia, el accionar criminal y delictivo de sus protagonistas (el mismo testimonio de la madre lo deja en claro), ni tampoco historiza ni psicologiza decisiones, sino que muestra, simplemente, qué hay detrás de una noticia televisiva de ciertos medios además de muertes, inseguridad, supuesta estadística y sostenimiento del prejuicio fascista y clasemediero: una vida. Ni más ni menos.