Orione

Crítica de Diego Maté - Cinemarama

Orione es una biografía hecha de retazos, un retrato colectivo sobre la vida de Alejandro, muerto de un disparo en la cabeza mientras manejaba un auto tras la fuga posterior a un robo. La directora dispone un collage de voces, cualquier material puede funcionar como testimonio: videos caseros de la familia, entrevistas a vecinos, cartas, informes oficiales o fragmentos de noticieros. Esa multiplicidad de registros parece ser la única vía para contar la historia de Ale sin tener que verse obligado a tomar un partido maniqueo: la película (que ganó el premio a Mejor Dirección del Bafici 2017) es ajena a cualquier clase de sensacionalismo o de sociología fácil, su proyecto no entiende de justificaciones o condenas. Esa variedad de fragmentos, a su vez, es enhebrada en algo parecido a una trama por la voz en off de la madre, que narra la vida y la muerte del hijo con la serenidad y el aplomo del que pierde lo más querido. La voz aporta coherencia a la dispersión general: el método de la película le permite a la directora recomponer la complejidad del mundo a través de la potencia de distintos lenguajes y soportes, que van de la intimidad de una carta personal hasta el tono más bien espectacular y sumario del móvil de un noticiero. Pero esa decisión también supone un riesgo: a diferencia de lo que ocurre en cualquier documental de entrevistas, acá el sistema hace visible permanentemente las elecciones de la película, el criterio para optar por uno u otro fragmento y su puesta en fase con otros materiales. La película, en lo que parece un notable ejercicio de responsabilidad, asume con claridad una voz propia al tiempo que elude posiciones estereotipadas. El cine adquiere un carácter intersticial, se vuelve un arte del montaje (de la costura) más atento a las preguntas y a los espacios de indefinición que a las certezas de los documentales expositivos.