Operación monumento

Crítica de Martín Torres - Fuera de campo

Al comienzo de la película Frank Stokes (George Clooney) esboza uno de los diálogos que define al film y a sus personajes: "El arte representa nuestra cultura y nuestro modo de vida". Semejante perorata puede resultar tendenciosa viniendo de un americano con la misión de preservar obras de arte a costa de la guerra en un contexto en el que morían miles de hombres y mujeres a diario, pero intereses políticos y económicos aparte estos personajes son los responsables de que hoy el mundo conozca la obra de artistas que en manos de un gobierno fascista hubieran pasado al olvido.

La historia demuestra que muchos de los museos más prestigiosos del mundo erigieron sus cimientos sobre obras robadas originarias de otros países. Basta con ir al museo Británico para comprobarlo (sí, ese museo que tiene más momias que Egipto) . Pero en la historia más reciente, los nazis de algún modo personificaron una de las amenazas más irascibles hacia la cultura y el arte. Y en un guión donde los protagonistas son puristas del arte en sus distintas formas (arquitectos, curadores de arte y reconocidos profesores universitarios) los nazis son el enemigo ideal.

Detrás de las buenas intenciones del director y su gran elenco (Bill Murray, John Goodman, Cate Blanchet, Jean Dujardin y el mismo George Clooney) este edulcorado guión falla al no definir un tono en particular. Operación Monumento tiene lugar para la clásica escena emotiva del soldado que extraña a su familia y llora al escuchar la voz de su nieta, y a la vez durante el resto del film una musiquita militar simpática al mejor estilo Doce del Patíbulo acompaña momentos en los que Jean Dujardin hace sus fechorías como si aun estuviera en la piel del personaje que le valió un Oscar en El Artista. Son estas cosas las que hacen que la película sea muy irregular en su ritmo. Además al no haber un villano o antagonista concreto (más allá de la amenaza de los nazis en general) la tensión nunca se llega a hacer presente de un modo avieso dando lugar a que una sensación de tibieza se apodere de las casi dos horas de metraje.