Operación Cóndor

Crítica de María Bertoni - Espectadores

Stella Calloni co-escribió el guion y Andrea Bello co-dirigió Operación Cóndor, documental que se estrenó la semana pasada en las versiones televisiva y online de CINE.AR. La sola mención de la periodista especializada en los avatares políticos de nuestra América latina, y de la militante sobreviviente de la ESMA que falleció a principios del año pasado, debería evitar sorpresas respecto de la perspectiva elegida para contar los entretelones del plan de exterminio de activistas y dirigentes opositores que las dictaduras de Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay ejecutaron entre los años ’70 y ’80 con el apoyo de Estados Unidos.

Además de co-guionista junto con Eduardo Walger, Calloni también aparece ante cámara entre otros entrevistados por Bello y el co-director Emiliano Serra. En algunos espectadores, ese doble rol aumenta la sensación de estar ante un intento de adaptación de los libros Los años del lobo: Operación Cóndor, Operación Cóndor: pacto criminal y Operación Cóndor, 40 años después.

En ese caso, no habrá sido fácil condensar en una película de 82 minutos la información que la periodista entrerriana recabó con su habitual obstinación, y que años atrás fue utilizada en el juicio oral y público contra los autores de los delitos de lesa humanidad cometidos en el marco del también llamado Plan Cóndor y en el centro clandestino de detención Automotores Orletti.

Entre los entrevistados también figura Pablo Ouviña, uno de los fiscales que llevaron adelante la causa judicial. Su testimonio, así como las imágenes tomadas en el auditorio de los Tribunales Federales de Comodoro Py 2002, desvían la atención de los engranajes del operativo regional al juicio posterior. En este punto vale preguntar cuánto aporta (o distrae) el cambio de enfoque.

Sin dudas, resultan más valiosas las declaraciones de sobrevivientes, de familiares de víctimas, de autores de otras investigaciones. Entre ellas conmueven especialmente la crónica de una fuga de Orletti, el recuerdo del fotógrafo Gustavo Molfino sobre la última conversación telefónica que mantuvo con su mamá desaparecida en Lima y reaparecida (asesinada) en Madrid, las reflexiones de Alejandrina Barry sobre la suerte que corrió a sus tres años, después de que sus padres fueran chupados en Uruguay (dicho sea de paso, Gabriela Jaime reconstruyó este caso en La construcción del enemigo).

Bello y Serran compaginaron las entrevistas realizadas con material de archivo que nos retrotrae a los años dictatoriales y a los primeros tiempos democráticos (declaraciones de verdugos arrepentidos, marchas contra la impunidad y el olvido, hallazgo de los Archivos del Terror en Paraguay). Por su parte filmaron –además del juicio mencionado– intervenciones artísticas realizadas en centros clandestinos de detención, la recreación de algunos recuerdos y una pequeña sátira sobre el Capitán América en Buenos Aires.

El esfuerzo de los realizadores es notable, pero arroja resultados irregulares. Quizás los tres libros de Calloni se habrían acomodado mejor a un documental más extenso (y menos ortodoxo) o al formato televisivo, por entregas.