Operación Cóndor

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

En noviembre de 1975, en Chile, en el marco de una reunión de seguridad de la que participaron militares y miembros de los servicios de inteligencia de Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay, se creó el Plan Cóndor. Funcionó hasta principio de los años ‘80: su objetivo era coordinar la represión de militantes políticos, sociales, sindicales y estudiantiles en el Cono Sur. Contaba con la bendición y financiación de la CIA, y se sospecha que Henry Kissinger, entonces Secretario de Estado estadounidense, fue su ideólogo.

Dirigido por Andrea Bello –sobreviviente de la ESMA, fallecida en 2019- y Emiliano Serra, este documental contó con la participación en el guion de Stella Calloni, autora de dos exhaustivas investigaciones sobre el tema: Los años del lobo: la Operación Cóndor (1999) y Operación Cóndor, pacto criminal (2006). A través de los testimonios de víctimas de todo el continente, la película va repasando casos emblemáticos del funcionamiento de esta maquinaria asesina internacional.

Así, entre muchas otras, pasan las voces del pianista Miguel Ángel Estrella, argentino secuestrado en Uruguay; de Paulina Veloso Valenzuela, esposa del chileno-suizo Alexei Jaccard, desaparecido en Buenos Aires; de Marta Rodríguez Santamaría, ex esposa de Vinicius de Moraes, que relata la desaparición del músico Tenorinho también en Buenos Aires, adonde había venido a tocar con Vinicius.

Son sólo algunos de los numerosos entrevistados de Operación Cóndor, un trabajo periodístico valioso al que, sin embargo, le falta claridad. Las palabras de Pablo Oubiña, fiscal del juicio de la Operación Cóndor, y de la propia Calloni, sirven para contextualizar y organizar un poco las historias, pero son insuficientes.

La mayor parte de los testimonios carecen de un marco fáctico, datos duros que pongan al espectador al tanto de las circunstancias de los casos. Sin esa información básica, muchos de los relatos quedan plagados de sobreentendidos que nos dejan parcialmente afuera de las historias y, a menos que seamos conocedores del tema, obligan a recurrir a Google para entenderlas en su totalidad.

Los ejemplos más notorios de este déficit son los testimonios de Lilian Celiberti, protagonista del caso conocido como "El secuestro de los uruguayos", y el de Graciela Vidaillac: escuchamos su voz contando su cinematográfica fuga a los tiros de Automotores Orletti –centro de detención por el que pasaron muchas de las víctimas del Plan Cóndor-, pero sin que información básica como su nombre o el de su marido, José Morales, también protagonista del escape, aparezcan jamás.