One Shot

Crítica de Marcos Guillén - Cuatro Bastardos

One Shot: Tu decisión de ser como sos…
“Lo terrible es eso, que la identidad pasa a ser definida por el sexo. Es decir, una banalidad pasa a definir lo esencial.“
Manuel Puig
En medio de toda reflexión hay una historia. Detrás de toda estadística, un rostro. Tiende, cualquier lector, de olvidar los nombres personales, la memoria individual, a los/las ellos/ellas que se descarnan en cifras y se vuelven muchos, anónimos. La historia de Marita es, como tantas otras, una que se eleva del montón, al igual que la de Chang Hung Cheng, gracias a la experta y documentalista mirada, en lo brutal de una única imagen sin amaneramientos, de Sergio Mazza (el mismo que tiene en cartel "Vergara").
La trama no se anda con ambages, más allá de los sobreimpresos y estadísticas, en mostrar la crueldad que acarrea el ejercicio de la identidad propia. Cuestión que debería entenderse sin dobleces si fuéramos capaces de superar los prejuicios de una sociedad amañada por el patriarcado intransigente. El patriarcado, sí, una vez más el termino se perfila en la narración como árbol que oculta el frondoso bosque. Marita, contra todo pronostico obvio, además de ser transexual es escribana, madre y abuela. Profesional entre profesionales que sin embargo sufre y vive la intolerancia de su decisión de vida. Una misma mirada, que en alguna medida algo más perdida, se dedica a un chino que no quiere ser supermercadista, que quiere poder elegir. Sociedad versus individualidad, todos nosotros contra los deseos de ellos.
Este pequeño film escrito y dirigido por Sergio Mazza (El gurí – 2015) encuentra en una cámara inquieta, casi documentalista, el ojo que se inmiscuye en la privacidad de la vida de estos dos parias de pueblo chico, con tal vehemencia que no se disculpará ante ningún tabú. Aunque a veces genere incomodidad, pero no desubicada. Ver masturbarse una mujer trans, algo intimo y solitario en cualquiera, lo convierte en un alegato a favor de humanizar ese estereotipo del que todos hablan defendiendo y abrazando casi como un símbolo, sin terminar de concebirlo como una persona de sexualidad activa. Raro, inquietante, intimo y si se nos permite, revelador.
La historia inicia con Marita (una soberbia actuación de María Laura Aleman) preparándose para una reunión que dejará al descubierto la necedad del otro, la vulnerabilidad del prejuicio heredado y adoptado, que tal vez en Company (Hugo La Barra) es donde más evidente se muestre. Él es el escribano en medio de una disputa que ella tiene con su ex esposa y colega, Mercedes (la siempre correcta Esther Goris). Mercedes vende su parte de la escribanía en busca, quizás, de dar por terminada esa etapa de la vida, la que la ubica junto al trans del pueblo y por qué no, como llamado de atención ante un dolor y abandono que no termina de cicatrizar.
Y entonces está él, por allí, yendo y viniendo, intentando lo imposible, Chang Hung Cheng, un chino que no quiere ser solo un empleado de supermercado, que necesita dar sentido a su existencia lejos de su hogar, al que llaman “Sensei” y es amigo de la loca fumona del pueblo. Circulo que cierra este grupo variopinto de descastados que solo buscaron su propio lugar, ser ellos y ellas. La cámara siempre alzada, en movimiento los persigue como husmeando, entrometiéndose en sus vidas, documentando sus luchas y miserias.
Un film pequeño decíamos, pero que no deja de apuntar alto cuando de exponer se trata y lo hace al filo de la crueldad, una que se observa día a día pero que es difícil de asumir toda junta y a la vez.