Omar

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Dilema entre muros

La singularidad de este quinto opus del director Hany Abu-Assad, quien sorprendiera con su película Paradise Now (2005), radica en la mixtura de elementos genéricos para introducir, desde una narración clásica, el dilema ético del protagonista Omar. Un joven palestino acostumbrado a vivir bajo la ocupación israelí en Cisjordania, quien decide tomar el toro por las astas y dejar su impronta de autodeterminación ante un enemigo a veces invisible y otras sumamente perceptible de un lado y otro del muro.

El comienzo de este relato, nominado al Oscar como mejor película en habla no inglesa, resulta elocuente y plantea desde el primer minuto una situación, que con el correr del metraje se transforma en un callejón sin salida: evitar la tortura de las fuerzas de ocupación a cambio de la traición de los propios compañeros de lucha; en realidad, es la amistad puesta en tela de juicio a la hora de defender los propios intereses.

Algo similar ocurría, pero bajo otro tono y estilo, en Paradise Now, los dilemas de la ética puestos sobre la mesa y desde situaciones comunes para personajes ordinarios como es el caso de Omar (2013). Sin embargo, otra motivación más allá de la reivindicación de derechos de los palestinos ante el atropello israelí, se concentra en una historia de amor, con Nadia, hermana de uno de los amigos del protagonista.

Nadia, además es la carta que utiliza el enemigo para persuadir al muchacho como parte de la estrategia de tortura psicológica y la presión ejercida por quienes lo monitorean y vigilan segundo a segundo, con esa cuota de autonomía y libertad falsa y a cuenta gotas.

El thriller político se suma junto al melodrama en este film, que también recibió el premio Un Certain Regard en Cannes 2013, con la misma sutileza e inteligencia para mantenerse en un estado ambiguo en relación al despojo de todo estereotipo y estigmatización. Porque si hay algo que se debe celebrar en Omar, es precisamente la ausencia de maniqueísmos para adentrarse en el drama liso y llano de un joven sin estrategia, superado por el accionar de su enemigo y presionado por sus pares en la toma de decisiones, que pueden llevarlo tanto al cielo como al mismísimo infierno.

Otro punto a favor es el detonante de todo el conflicto porque no es un acto de terrorismo ni de extrema violencia aquello que mueve el avispero y desata tanto de un lado como del otro al dios venganza, pretexto para que un conflicto complejo y sin resolución parezca difícil de escalar como aquellos muros donde la ética y los dilemas morales se juegan hasta el último segundo de existencia.