Omar

Crítica de Josefina Sartora - Otros Cines

Las garras del poder

Nominada al Oscar extranjero y ganadora de varios premios en festivales como Cannes, esta película del realizador palestino Hany Abu-Assad llega finalmente a los cines argentinos luego de su paso por el BAFICI 2014.

Como en la estremecedora Paraíso ahora, Hany Abu-Hassad expone en Omar las consecuencias de la ocupación represiva israelí en Palestina, en los habitantes que la sufren. Consecuencias que se perciben sobre los cuerpos y en la psicología de los ocupados. Y, también como en su film previo, se niega a maniqueísmos simplistas.

Omar habita en Cisjordania y, para visitar a su amigos y a su novia secreta, hermana de uno de ellos, debe trepar el altísimo muro que los israelíes han levantado en medio de Palestina. Su vida es un ir y venir por motivos amorosos y activistas, ya que Omar pertenece a un pequeño grupo de la resistencia, que lleva a cabo un atentado matando un soldado israelí. Muy pronto cae preso, los opresores lo someten a durísimas torturas físicas y lo tendrán presionado incluso después de soltarlo, a cambio de dar información sobre sus compañeros. Se plantea entonces el dilema de la lealtad a una causa o la colaboración con ese enemigo, en un medio donde impera la traición y la delación.

El film está tratado como thriller político, también con elementos propios del melodrama, pero sobre todo como una película de acción, con un guión que parece haber sido escrito de manera algo apresurada, dejando algunas zonas confusas.

Omar muestra también cómo la presión psíquica y física fuerza el colaboracionismo incluso contra las propias voluntades. Abu-Assad expone cuán débil es la línea que separan las decisiones, sobre todo cuando el joven Omar (y por extensión todos los palestinos) parece no tener escapatoria. Así tienen atadas las manos -y las voluntades- de sus víctimas los regímenes opresivos.