Olé, el viaje de Ferdinand

Crítica de Ana Manson - A Sala Llena

Del mismo estudio que realizó la popular saga animada de La Era de Hielo llega esta historia basada en un clásico de la literatura infantil. El toro que se negaba a lastimar humanos en un libro publicado en 1936, es ahora el protagonista de esta película divertidísima y tierna sobre lo que significa ser diferente a los demás.

Ferdinand es especial, de una manera que sólo los más inocentes pueden serlo. Sin pretensiones, sin superpoderes ni nada fuera de lo común, excepto un fuerte amor y respeto por los seres vivos que lo rodean. A pesar de su enorme tamaño y aspecto fiero, la belleza de la naturaleza lo conmueve y prefiere correr por el campo y oler flores, antes que luchar en las corridas. Es allí donde choca con los otros toros de su edad, entrenados para ser luchadores.

Casi sin quererlo, Ferdinand cambia las vidas de todos a su alrededor, generando muchas risas en el público (no sólo los más chicos) y momentos memorables en el proceso. Sin embargo, esta no es una historia de cambios y autodescubrimiento, sino una fábula sobre ser fiel a uno mismo. La inocencia del protagonista pasa por rebeldía en un contexto donde la norma nunca es cuestionada. Pero él nació distinto y tiene otros sueños, muy diferentes a los de sus compañeros.

Ferdinand sabe quién es y lidia con sus sentimientos con honestidad y sin complicaciones, mientras todos a su alrededor hacen lo imposible por tratar de enseñarle lo que creen que es mejor para él. Como todo toro que se precie de tal, se espera que Ferdinand encuentre su destino en la Plaza de Toros, lugar al que todos sus pares aspiran a llegar. Por supuesto, escapar de un destino que ya fue decidido por otros no será nada fácil.

Últimamente Hollywood viene prestando más atención en materia de estereotipos, y si bien la película muestra un costado muy tradicional de España, lo hace con sentido del humor e inteligencia. Tal vez el hecho de contar con un director latinoamericano aporte su grano de arena a la causa. Sin embargo, y a pesar de su mensaje pacifista, la película no viene exenta de polémica.

En su momento, los sectores más conservadores de Estados Unidos quisieron prohibir el libro y varias figuras históricas se pronunciaron a favor y en contra. Pero es otra época, y la historia de Ferdinand se adapta perfectamente a la modernidad. También son cuestionadas las corridas de toros, condenadas desde hace años por asociaciones protectoras de los derechos de los animales en todo el mundo. Olé se hace eco de ese reclamo desde una perspectiva para todo público, pero no por eso menos válida. También se retratan otras cuestiones relacionadas a la tradición y el hermetismo de ciertas costumbres, sin perder nunca el sentido del humor y la ternura, con un desfile de personajes adorables y desopilantes.