Océanos

Crítica de Lucía Roitbarg - EscribiendoCine

Mundo Marino

Océanos (Oceans, 2010) es una suerte de continuación de su antecesor La tierra (Earth, 2009), en el cual los recorridos de las cámaras por los diferentes espacios geográficos rebelaba un mundo animal con sus propias reglas, limitaciones y posibilidades. En esta oportunidad, los directores Jaques Perrin y Jacques Cluzaud, sumergirán las cámaras en la inmensidad de los océanos.

Y como si esto no diera suficiente muestra de la conciencia ambientalista de Disney, las imágenes también tomarán partido sobre los peligros que corren las especies marinas, señalando al hombre como principal culpable de dichos daños. La voz en off que guía el film es la de un abuelo que responde a su nieto la pregunta que despierta su interés y por supuesto la del film: ¿qué es el océano? Por tanto la película se abre con la mirada del niño puesta en esta gran incógnita y desde allí el film nos sumerge literalmente en las aguas marinas.

El espectador no podrá más que admirar y sorprenderse con cada una de las escenas. Las ballenas, las focas, los delfines y demás animales son captados en su hábitat natural; y su conducta (que cinematográficamente se convierte en significativos gestos, movimientos y miradas), parece por momentos una puesta en escena de un film de ficción más que de un documental.

Esta idea ya aparecía en La tierra y sigue logrando la misma eficacia que en aquella película. No deja de despertar ternura cuando se lo propone o bien rechazo hacia las conductas salvajes que en el mundo humano son condenables: la conocida ley de la selva. A medida que avanza el recorrido por el mundo oceánico también se avanza en rareza de especies. Algunos peces parecen verdaderos engendros marinos y otros despliegan una belleza de colores y formas digna de ser admirada.

El acercamiento extremo con cámaras al mundo animal nos conduce irremediablemente a establecer comparaciones con los documentales del Discovery Chanel o Animal Planet que la mayoría de nosotros ya conocemos. Sin embargo, en Océanos hay una rigurosidad y un planteo cinematográfico que no tienen aquellos y que por tanto la alejan del registro televisivo.

Por otra parte, en su afán por promover al film a este lugar diferente surge esta intención moralizante respecto del hombre y su maltrato a los animales. Esta idea se concreta con el recorrido del abuelo y el niño por un museo de especies extinguidas y por otro lado, se muestran los buques pesqueros en plena matanza de los grandes peces que minutos antes nadaban libres por el mar.

Sería engañoso no mencionar al posible espectador de este film que la hora y media de duración puede resultar un poco larga y por momentos soporífera, a lo cual el color azul predominante colabora bastante. Teniendo en cuenta dicha mención este documental merece considerarse porque su realización resulta tan majestuosa como aquello que se desea mostrar y esto le aporta un interés extra.