Oblivion: El tiempo del olvido

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Recuerdos del futuro

La película empieza ambiciosamente, y no es para menos si lo que se va a ver es un filme de ciencia ficción. Un planeta Tierra deshabitado en un futuro posapocalíptico, por 2077, luego de que unos aliens invasores -malos como siempre- llevaron a la devastación, por la utilización de armas nucleares. Así que los humanos que sobrevivieron se exiliaron en Saturno, ya que la luna, que quedaba más cerca, está destrozada, y mientras se pueda extraer agua, Jack Harper y su pareja se quedarán cuidando los drones que aseguran el abastecimiento ante probables ataques extraterrestres.

Pero hay una fecha. Faltan dos semanas para que Jack Harper y Vika se vayan y dejen la base flotante en el aire. Y a Jack esto le trae recuerdos, o sueños, sobre una mujer que no (re)conoce.

Con algo de WALL-E -la Tierra devastada, pero con más violencia y sin el humor de la película de Pixar- y, habrá que decirlo, otro tanto del espíritu de Philip K. Dick y su Blade Runner: Jack se asemeja a Deckard en cuanto a las preguntas que se hace sobre su propia existencia. Y que tal si… Al universo de la ciencia ficción mejor se ingresa sin prejuicios, o sino, no se entra. Así que obviamos que el director Joseph Kosinski es el de Tron, el legado. Lo bien que hacemos, porque Oblivion no tiene estructura de videojuego y sí una realización visual impactante. La fotografía es del chileno Claudio Miranda, el mismo iluminador de Una aventura extraordinaria, por la que ganó el Oscar, y que ya había trabajado con Kosinski en Tron…. Rodada en Islandia, entre otras locaciones, es una película de pocos personajes, con -eso sí- un Tom Cruise omnipresente en los 140 minutos de proyección.

La aparición de más personajes, que conviene no adelantar para no atentar con las sorpresas que le deparan a Jack y al espectador, intentan conferir al relato un sesgo de aventura humanista. Pero está claro que la segunda parte del filme -la vuelta de tuerca- resulta mucho menos rigurosa e interesante que la primera, en la que Jack sobrevuela con su nave ultramoderna cual helicóptero del futuro, y todo es mucho menos discursivo de lo que vendrá después.

Lo mejor de Oblivion es la imaginería visual. Y como se ve en el filme, hay que creer y/o reventar.