Oblivion: El tiempo del olvido

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Batallas entre humanos y robots, realidad virtual, viajes en el tiempo, sofisticada tecnología, historia futurista de corte apocalíptico, planetas colonizados, poderes que controlan y someten al individuo, memorias que son borradas e implantadas... En Oblivion: El tiempo del olvido conviven casi todos los grandes tópicos de la ciencia ficción y las referencias, por lo tanto, son inevitables y evidentes: desde 2001, odisea del espacio hasta Alien , pasando por THX 1138 , la animada WALL-E y un film menos conocido como En la Luna.

Joseph Kosinski -que venía de realizar otra superproducción dentro del género como Tron: El legado - coescribió y dirigió esta película protagonizada y narrada en off por un Tom Cruise que interpreta al comandante Jack Harper, responsable del mantenimiento de unos drones programados para combatir a los aliens (aquí denominados carroñeros) que pretenden aniquilar a (lo que queda de) la humanidad.

La película transcurre en 2074, seis décadas después de una guerra contra los invasores extraterrestres que ha devastado a la Tierra luego de múltiples explosiones atómicas. De hecho, los pocos sobrevivientes se han trasladado hacia Titán, una de las lunas de Saturno.

Durante la primera mitad de la película (bastante minimalista y, por lo tanto, a contramano de la tendencia a la acumulación y al estímulo constante de la inmensa mayoría de la oferta hollywoodense) hay sólo tres personajes en pantalla: Harper, su asistente/amante Vika (Andrea Riseborough) y Sally (Melissa Leo), quien vigila y supervisa todo desde el control central.

Sin embargo, durante la segunda mitad del relato, la película cambia por completo de tono, registro y estilo. Aparecen en escena un grupo de rebeldes liderados por Morgan Freeman y Nikolaj Coster-Waldau, una misteriosa y bella mujer (Olga Kurylenko) y el relato se torna mucho más recargado con abundantes diálogos, una subtrama romántica y una vuelta de tuerca con "mensaje" (y moraleja) que resulta demasiado subrayada. En esa segunda hora, por supuesto, surgen unas cuantas escenas de acción (incluidas persecuciones aéreas a toda velocidad por estrechos cañones) que le imprimen a la narración un mayor vértigo. La música electrónica también acompaña ese vuelco tornándose cada vez más permanente y grandilocuente.

Si bien no todos los elementos conviven con armonía (la película es un poco "esquizofrénica", como si tuviera una doble personalidad que la hace pendular todo el tiempo entre el drama psicológico "serio" y el cine de entretenimiento "ligero"), Kosinski regala unas cuantas escenas que, tanto desde la puesta en escena como desde el inteligente uso de los efectos visuales, resultan muy sofisticadas y atrapantes. Extraña propuesta de ciencia ficción (casi todas las imágenes, por ejemplo, son diurnas) con un discurso entre místico y new-age, Oblivion es un film anómalo en más de un sentido. De todas maneras, en una industria con tanta producción en serie, se trata de un mérito, más que de un defecto.