Nunca me abandones

Crítica de Romina Gretter - El rincón del cinéfilo

Lo que uno no nombra se transforma en una sombra. Y sinceramente, “Nunca me abandones” es lo más parecido que es visto a la sombra, de lo que quizá, pudo haber sido una buena película.

Pese a las figuras importantes (autor, director, actores) la tibieza se adueña de esta producción, porque habla a medias, porque opta por sugerir y juega a estar más allá de la cuestión, cuando ni siquiera ha planteado el conflicto de lleno.

“Nunca Me Abandones” se centra en tres jóvenes que crecieron juntos en una escuela aislada, sin contacto o conocimiento del mundo exterior, hasta que descubren que son clones generados para obtener sus órganos y alargar así la vida de los originales.

1º Advertencia: no hay equipo.

“Retratos de una obsesión” (2002) era una buena realización que al final terminaba rizando el rizo de aquello que nos quería contar. Aun así, Romanek (el mismo director que ahora nos trae NMA) hablaba claro, alto y sin titubeos. Entre aquella obra y esta hay un abismo; es pasar de la incontinencia verbal (y de acción), al puro humo, a una chatez ininteligible- pero agotadora- en definitiva, a la fobia de narrar con coherencia y sentido.

De los protagonistas, no convence ninguno: ni Carey Mulligan, ni Andrew Garfield, ni Keira Knightley. Teniendo en cuenta muy buenos trabajos anteriores suyos, aquí son meras copias fallidas de lo que en verdad pueden ofrecer. Tampoco a nivel estético se ven favorecidos, a diferencia de lo que han dicho algunos redactores amigos, nunca he visto tan poco agraciados a estos tres actores.

Kazuo Ishiguro, autor de la novela “The remains of the day” en la que se basa el film (y productor ejecutivo del mismo) tampoco sale del todo exento de críticas, aunque estas no puedan hacerse directamente sobre su libro, sino que surgen por efecto transitivo a las críticas que sí pueden, y deben, hacerse al muy mal guión de Alex Garland.

Olvídense de ver algo del Ishiguro de “Lo que quedó del día” (James Ivory, 1993). No. Esta vez, la convivencia del mundo japonés (donde el autor nació) con el mundo occidentalizado de Londres (donde se crió) no tiene una correspondencia narrativa en las imágenes de Romanek (sólo en algunas escenas lo logra a nivel puramente visual).

En “Nunca me abandones” está presente la nostalgia, el peso del pasado, la angustia, la idea sobre la muerte. Incluso hay como en otras obras de Kazuo más de una trama, y una de ellas trata sobre el amor. Al modo oriental, hay en la película pocos personajes, aunque un hilo conductor que más que débil, es voluble. Y esto acompañado con la desidia de los protagonistas, puede empujar al espectador a la impaciencia, al sueño o la irritación.

2º Advertencia: no hay historia.

“Nunca me abandones” es una obra que aunque intente hacerse la profunda, termina hablándome de resignación -de hecho es una película resignada-¡Y no hay nada más molesto que ser testigo de una resignación, y encima de tipo colectiva!

Todo comienza en la escuela Hailsham, al mejor estilo escuela de Harry Potter para terminar en un ascetismo triste, con tufo a film de reflexión existencialista (pero en realidad vacía de contenido).

¿Personajes idiotas o la idiotez de no ser (originales), son parte de la misma cosa? ¿Ser inocente alcanza para justificar la inacción? Estas son las únicas reflexiones a la que la historia me lleva. Tal vez podamos añadir una más: ¿Cuándo Romanek pasó a convertirse también en un director no original? No original entendido como no real, como sombra de lo que fue una presencia mucho más convincente cinematográficamente hablando.

Es que esta película no invita ni al llanto, ni a un amago de emoción o empatía con lo que veo. Sólo la escena de Keira Knightley en la camilla de un quirófano, siendo abierta de par en par para quitarle sus órganos, me conmovió. Pero me conmovió no como momento dramático, sino como imagen (pura y dura) de algo que en todo caso, en cualquier contexto me es impresionable.

De lo que se trata aquí en esta segunda advertencia, es de señalar que “Nunca me abandones” es una obra sin sangre en las venas (ni en las del director, ni en las del guionista, ni en las de los personajes, ni tampoco en la de los actores protagónicos). Y todos sabemos que eso en una narración es inadmisible.