Nunca digas su nombre

Crítica de Yaki Nozdrin - Visión del cine

Basada en The Bridge to Body Island, un capítulo del libro The President’s Vampire, llega a los cines Nunca digas su nombre de la mano de Stacy Title (la directora de La última cena).
La película cuenta la historia de Elliot (Douglas Smith), su novia Sasha (Cressida Bonas) y John (Lucien Laviscount), el mejor amigo de Elliot. Los tres jóvenes son estudiantes universitarios que se mudan a una casa fuera del campus y, sin saberlo, despiertan a Bye Bye Man: un ente maligno que llevaba mucho tiempo desaparecido.

Bye Bye Man es un espectro con dedos largos y que utiliza una capucha. Además está siempre acompañado por un pseudo perro diabólico realizado por computadora. El ente, que aparece cuando alguien dice su nombre, produce alucinaciones en las personas hasta llevarlos a la locura.

La película guionada por Jonathan Penner -esposo de la directora-, cuenta además con las actuaciones de Doug Jones, Carrie-Anne Moss, Cleo King, Faye Dunaway, Jenna Kanell, Michael Trucco y Erica Tremblay.

Aunque Bye Bye Man debería ser el centro del relato, el film hace demasiado foco en Elliot y en su pasado generando que la trama pierda el hilo y presente situaciones que poco aportan a la película.

Desde escenas que quedan en la nada misma hasta actuaciones muy poco creíbles, desde diálogos carentes de sentido hasta un perro realizado por CGI que deja mucho que desear, Nunca digas su nombre intenta revivir el cine basado en leyendas urbanas pero se pierde en el intento.