Nunca digas su nombre

Crítica de Rodolfo Bella - La Capital

Terror pobre e incípido

¿La remake de Candyman? No precisamente. Ojalá "Nunca digas su nombre" hubiese podido igualarse al menos un poco con el clásico filme de terror de 1992. Lo cierto es que esta producción toma elementos de películas exitosas del género, pero sin obtener el mismo resultado sino todo lo contrario: un filme de bajo presupuesto que deja mucho que desear. La historia se centra en un grupo de estudiantes universitarios que se mudan a una casa embrujada y sin querer, liberan a "Bye Bye Man", un espíritu maligno que persigue a quien pronuncie su nombre y a quien crea en su existencia, ya que eso le da más poder. Una psíquica intentará limpiar la casa, mientras uno de los estudiantes hace una investigación de lo sucesos extraños que invaden la casa cada noche. Extrañamente, la película cuenta con la presencia, en papeles menores, de Carrie Ann Moss, la Trinity de "Matrix" y Faye Dunaway. A lo largo de los 96 minutos, el director no logra crear situaciones de suspenso y a medida que transcurre el tiempo, el relato se empobrece cada vez más, así como también los efectos especiales, dando como resultado un filme sin encanto que no vale la pena en absoluto.