Nunca digas su nombre

Crítica de Marcos Guillén - Cuatro Bastardos

Nunca digas su nombre… En serio, nunca.

Llega a los cines la cinta de terror que de acuerdo a Robert Damon Schneck escritor de The President’s Vampire fue una historia real ocurrida en Wisconsin.

El libro es un no ficción publicado en 2005 en el que el autor reúne todo tipo de historias sobre aparecidos, fantasmas monstruos y asesinos que pueblan y poblaron las tierras norteamericanas. La historia que nos compete, relatada en el capítulo “The Bridge to Body Island” y que se supone tocaría de cerca al autor, ya que un amigo habría pasado por ese trance. ¿Cual?

Hay un maldecido que regresa, uno que no puede cerrar su circulo de odio hacia quienes lo humillaron, los que hicieron de él ese monstruo, uno que no te atreverás a nombrar, porque los estás llamando. Historia que se repite en muchas variantes en la rica cultura legendaria de Estados Unidos. El conocido bogeyman que ya hemos visto en la interesante Sinister y Under the Bed del 2012, el boggart de la saga Harry Potter, su pariente anglosajón de raíces celtas.

Pues bien, la productora adquirió los derechos en 2014 y le encargó a Jonathan Penner, actor devenido en escritor que adaptara esta inmortal leyenda y Stacy Title (cuyo último proyecto fue Snoop Dogg’s Hood of Horror – 2006, una especie de Creepshow) se le encargó de su dirección. La historia comienza con un recuerdo de la última vez en que este ser hizo de las suyas en la ciudad, una manera de asentar las bases de lo que vendrá. En la actualidad tres estudiantes universitarios se mudan a una vieja casa fuera del campus, en donde sin querer, liberan un ente sobrenatural que persigue a quien descubre su nombre. Intentarán mantener su existencia en secreto para alejar al resto de una muerte segura.

Luego de todo esto, entendemos que el film tiene un interesante gancho, aunque la realidad es que fue totalmente desaprovechada en búsqueda de un golpe de efecto. La irrupción de lo fantástico en un marco puramente razonable es un interesante relato, en sí mismo, del cine de terror actual. Varios han sido los títulos que se centraron en la idea del rompimiento de la realidad para exacerbar el comportamiento humano, porque en definitiva el terror seguimos siendo nosotros. It Follows (2014), logra de manera contundente desbaratar las zonas de confort con la que sostenemos nuestra vida, hurgando en los sitios que creemos protegidos, en los que sentimos que podemos manipular, sin consecuencias, nuestras vidas. Es por eso que la criatura que se inmiscuye es a priori un elemento que desata nuestro pánico, suspende de manera brutal la lógica sumergiéndonos en lo fantástico, lo impensado y por lo tanto lo que no podemos manejar. El Horla (Guy de Maupassant – 1886) creaba en el protagonista de la historia ese terror, uno que por su inexplicable existencia lo sumía en una espiral de locura insalvable. Ideas que el autor del relato original, de Nunca Digas su Nombre, domina con cierta elegancia, pero que en este film se pierde en ese sitio en que se prioriza más el asustar que aterrorizar. Cae inexorablemente en los consabidos clichés de este género, que sumado a uno actores poco dúctiles y personajes endebles hacen el film un compendio de lugares comunes. Tampoco ayuda la sobreabundancia de explicaciones que destrozan el misterio dejando demasiado expuesto el nervio del terror a combatir, cuando fue justamente lo espantoso de lo inaccesible lo que atrapa en la historia. En fin, no hay novedades en esta cinta solo la idea, fijada a golpes y sustos, de pasar un buen momento sin lograr destacarse.