Nuevamente Amor

Crítica de Emiliano Fernández - CineFreaks

El duelo según Hollywood

Genera un poco de indignación que Nuevamente amor (Love Happens, 2009) sea el regreso de Aaron Eckhart luego de su extraordinaria participación en la obra maestra de Christopher Nolan Batman - El Caballero de la Noche (The Dark Knight, 2008). Los actores suelen equivocarse cuando buscan evitar el encasillamiento, pero llegar al nivel de filmar semejante revoltijo de clichés resulta preocupante. La ópera prima del hasta ahora guionista Brandon Camp es muy extensa para ser una comedia romántica y demasiado simplona para calificar como un drama de peso, con un mínimo desarrollo de personajes.

La historia se centra en Burke Ryan (Eckhart), un viudo solitario que se encuentra en Seattle por unos días con motivo de la presentación de su reciente best seller de autoayuda acerca de la progresiva superación de la pérdida de un ser querido. En medio de seminarios motivacionales rentados y negociaciones con cadenas televisivas, el hombre se hace un lugar en su agenda para ventilar el trauma provocado por la trágica muerte de su esposa y además tiene tiempo para perseguir a la florista Eloise Chandler (Jennifer Aniston). La película apunta a retratar mucho más el estado psicológico de Burke que la relación en sí.

Uno no sabe qué es más patético, si la constante colocación de productos, la acumulación de estereotipos quemados o el noviecito veinteañero que le han puesto a Aniston durante el principio con el fin de quitarle por lo menos una década a su edad real. Los únicos elementos positivos son el tono moderado y la actuación de Eckhart, sobre el que descansa prácticamente todo el guión del director y Mike Thompson (ella anda por ahí mendigando alguna que otra escena). La trivialidad norteamericana y la manipulación sentimental se combinan a lo bestia en un registro opaco que ha sido reciclado en innumerables ocasiones.

Si de soluciones ridículas para problemas serios se trata aquí tenemos de muchos colores: desde caminar sobre brazas ardientes, pasando por comprar distintos artículos de ferretería en Home Depot, hasta robar un simpático papagayo. Más allá de la profesionalidad de interpretes como Martin Sheen y John Carroll Lynch, en la propuesta abundan las torpezas narrativas y las contradicciones conceptuales: como si fuera una versión banal del protagonista de Gracias por fumar (Thank You for Smoking, 2005), Ryan elabora una metodología del duelo tan hipócrita como gran parte de los fundamentos cinematográficos.