Nueva mente

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

El director de Tierra adentro, Desierto verde, Chaco y Amanecer en mi tierra continua indagando en temas relacionados con la exclusión social y el medioambiente. En este caso, se mete con el problema de la basura en Buenos Aires y el rol de los recicladores en la extensa cadena productiva que comienza ni bien uno arroja un residuo en un tacho.

Los protagonistas de Nueva Mente son los trabajadores de la Cooperativa Bella Flor, una organización de recuperadores urbanos que trabaja en el CEAMSE, donde diariamente se entierran más de 15.000 toneladas de basura. Bella Flor es uno de los diez emprendimientos colectivos instalados en un área del predio llamada Reciparque.

Nueva Mente propone un recorrido que inicia a fines de la década de 1970, cuando se erradicaron los basurales urbanos y se los trasladó a la localidad de José León Suárez. Alrededor de esa zona se levantaron varias villas, cuya pauperizada economía gira alrededor del basural: muchos de quienes hoy son cooperativistas tuvieron su primer ingreso al predio del CEAMSE durante la crisis de 2001, cuando el combo desocupación + devaluación disparó el precio de los residuos de papel y el cirujeo se volvió el último salvavidas para no hundirse en el hambre.

De la Orden indaga tanto en dinámica interna de la Cooperativa como en el rol del Estado en el problema de la basura, cediéndole el micrófono a quienes pasan largas horas al aire libre respirando la pestilencia mientras escarban en la montaña. Chato en su factura técnica, aunque claro en su exposición, Nueva Mente es más valioso en su faceta periodística –los programas de reciclado como consecuencia del caso de 2001, el rol de las empresas transportistas, la violencia estatal- que cinematográfica. Se trata, a fin de cuentas, de un documental que alumbra una situación invisible que merecía ser visibilizada.