Nuestras mujeres

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Picardía, buen elenco y un placer culposo

A esta altura, con el éxito de la versión local que protagonizan Guillermo Francella, Jorge Marrale y Arturo Puig, parece innecesario contar de qué trata esta comedia francesa, pero, como siempre hay algún distraído, ahí va la síntesis: a la reunión semanal de tres amigos cincuentones llega uno de ellos, desesperado, pidiendo amparo y comprensión. Acaba de cometer un macanazo irreparable. Los otros deben decidir entre protegerlo, o mandarlo preso. Quizás haya posibilidades intermedias pero, en todo caso, la amistad de años se ha puesto en juego. Eso, y otras cosas, porque la situación hace que cada uno descubra ante los otros lo bueno y lo malo de sí mismo, de la relación con sus respectivas mujeres, y hasta con la hija de, bueno, reservemos la sorpresa.

La obra, escrita por Eric Assous, camina por el filo entre la risa y el drama, juega con los nervios y las mañas de los personajes, la segura identificación con algún amigo, pariente o vecino del espectador, las vueltas de la vida, y el viejo placer de reírse de la desgracia ajena, sabiendo que al otro día todo se verá mejor. A fin de cuentas, se trata de una comedia. Que nació para el teatro, pero no molesta verla en cine porque está bien adaptada, bastante aireada, tiene ritmo, picardía, provoca incluso algunas reflexiones serias, y brinda la ocasión de disfrutar con la interpretación de otros tres buenos actores: Richard Berry, además productor y director de la pieza teatral y de la película, Daniel Auteuil, en rol de tipo moderado hasta que por ahí se planta y suelta lo suyo, y Thierry Lhermitte como el varón en apuros. A los que se suman varias actrices, encarnando a las mujeres que en el teatro sólo se mencionan (ventajas del cine).

El resultado es amable y francamente placentero. Y quizá también sea un placer, o al menos un placer culposo, para quienes levantan las consignas de lo políticamente correcto en materia de género, apenas se enteran de cuál es la referida macana irreparable. Y, peor aún, cuál es la consecuencia del hecho verdadero.