Nuestra hermana menor

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Kore-eda Hirokazu continúa con su preocupación (obsesión) por las relaciones afectivas en el seno de familias muchas veces dominadas por la incomunicación, los recelos, los viejos resentimientos y los malos entendidos.

En este caso, el director de After Life, Nadie sabe, Un día en familia y De tal padre, tal hijo narra la historia de Souchi, Yoshino y Chika, tres hermanas que viven solas en un pueblo llamado Kamakura. Cuando se enteran de que su padre -al que no veían desde hacía 15 años y que había formado otra familia- ha muerto, deciden viajar al funeral, donde descubrirán a Suzu, esa tímida y encantadora hermana(stra) quinceañera a la que alude el título.

La chica se mudará al poco tiempo con ellas y se iniciará entre las cuatro una experiencia de (re)descubrimientos y nuevos códigos de convivencia. Bella, simple y emotiva, como todas las películas del director japonés, Nuestra hermana menor no supone un punto de inflexión en la carrera de Hirokazu Kore-eda, ya que transita zonas bastante exploradas en films previos y sus 128 minutos resultan un poco excesivos, pero así y todo regala unos cuantos momentos de sensibilidad, encanto y lirismo.