Notti magiche

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Carta de amor al cine italiano

En esta comedia de Paolo Virzì, tres jóvenes aspirantes a guionistas se sumergen en la industria cinematográfica italiana, con el Mundial de Italia '90 de fondo.

Los primeros instantes de Notti magiche van directo al corazón: el relato, en italiano, del penal que Goycochea le ataja a Donadoni, seguido -ya con imágenes- por el que Maradona convierte y el segundo que ataja Goyco para que la Argentina elimine a los italianos y se clasifique a la final de Italia ’90. Después suena Un'estate italiana, la mejor canción de la historia de los mundiales: difícil conseguir un comienzo más emotivo para los argentinos.

Del estribillo de ese gran himno fue tomado el título de la película, que alude menos al fútbol que a las aventuras de los tres protagonistas durante ese verano en Roma, con la Copa del Mundo apenas como telón de fondo. Antonino, Irene y Luciano son tres los finalistas del tradicional Premio Solinas, destinado a guionistas: los jóvenes -uno del norte, otro del sur y ella, romana- se conocen en la ceremonia de entrega y se hacen inseparables durante un mes.

Juntos, ellos se ven inmersos en el mundillo del cine italiano de aquellos años. Notti magiche es una carta de amor de Paolo Virzì a una época de la industria en la que todavía reinaba la bohemia, las tertulias en bodegones y una informalidad que hacía sentir que todo era posible. Al menos, según el recuerdo del director de La prima cosa bella y El capital humano, que empezó su carrera como guionista en 1989.

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Esas noches mágicas tienen un ritmo vertiginoso y, por momentos, confuso a propósito. Los tres aspirantes a ser parte de los engranajes de la maquinaria cinematográfica viven sus aventuras como sumergidos en una ensoñación donde se multiplican las reuniones -cenas, fiestas, asados- con personalidades legendarias de Cinecittà.

Abundan las menciones a leyendas del cine italiano y los personajes inspirados en ellas. En ese infinito name-dropping hay alusiones -abiertas o veladas- a Ettore Scola, Federico Fellini, Mario Monicelli, Dino Risi, Lina Wertmüller y siguen las firmas. Hay dos próceres que incluso forman parte del elenco: Giancarlo Giannini se destaca como un productor chanta, y Ornella Mutti participa con un cameo.

Dentro de una historia con altibajos, con algunos pasos de comedia fallidos, Virzì logra recrear el espíritu de un universo extinto. Hay algunas escenas encantadoras, como la de una oficina con decenas de ghost writers tipeando desenfrenadamente en sus Olivetti, como una orquesta tocando la música de un pasado que no volverá.