Notti magiche

Crítica de Ariel Abosch - El rincón del cinéfilo

Verano de 1990, en Roma, como en el resto de Italia, está exultante. Se juega el mundial de fútbol y, en el momento exacto que la selección argentina elimina por penales a la local durante las semifinales, un auto cae desde un puente y se hunde en un rio, con un cadáver en el asiento trasero. Con este contundente, impactante, y porque no, un grato e inolvidable recuerdo para todos los argentinos, mientras suena de fondo la gran canción de las Copas del Mundo, se dispara el incidente inicial que estará presente a lo largo de toda la película.

Porque está contada como un flashback. El relato es una reconstrucción de los hechos que derivaron en esa muerte, por parte de los tres protagonistas del film cuando prestan declaración en una comisaría.

El realizador Paolo Virzi rememora esa última época romántica y bohemia que aprovechaban al máximo los ciudadanos, previo a la masificación de los teléfonos celulares, la aparición de la banda ancha de internet y la utilización de computadoras portátiles. Donde para comunicarse con el otro había que hacerlo cara a cara y, como ocurre en esta historia, para escribir necesitan una Olivetti. Porque Eugenia (Irene Vetere), Antonino (Mauro Lamantia) y Luciano (Giovanni Toscano), finalistas de un concurso de guiones cinematográficos, son convocados a Roma para conocer el resultado final de la competencia. Dentro de ese mundo de jóvenes talentos se narra una historia policial y, como telón de fondo, se disputan los partidos mundialistas.

Durante un período de tiempo los aspirantes a guionistas profesionales viven juntos, quieren entrar a la industria cinematográfica con sus propias armas. Luciano es atrevido, encarador, divertido y extrovertido. Eugenia es todo lo contrario. Insegura, se lleva mal con su adinerado padre, es adicta y un tanto distante. El equilibrio lo marca Antonino. Es culto, serio le cuesta entrar en confianza y soltarse, hasta que lo consigue.

Para retratar aún mejor esos tiempos se nombran a importantes y reconocidos directores y actores italianos. Paolo Virzi nos hace partícipes a los espectadores de los problemas, inconvenientes, charlas, contratos, negociaciones, promesas, etc., que se hacen para intentar filmar una película. Todo descripto con mucho ritmo, música, diálogos precisos y una buena ambientación de época.

Los tres llegaron a la capital italiana con todas las ilusiones y esperanzas de poder insertarse y trabajar en el mundo del cine. Pero nunca se imaginaron que era un ambiente alocado, inestable, en el que la palabra que se da hoy, mañana, lamentablemente, se la lleva el viento.