Noticias de la familia Mars

Crítica de Diego Brodersen - Página 12

Mucho más que una pareja despareja.

Aun dentro de una estructura algo repetitiva, la película consigue partir de un esquema conocido para desembarcar en un absurdo llevado al paroxismo. Buena parte de su efectividad se apoya en el trabajo de sus protagonistas, François Damiens y Vincent Macaigne.

Casualmente o no, Noticias de la familia Mars (el “planeta” del original fue innecesariamente reemplazado) remite directa o indirectamente a la ópera prima del franco-germano Dominik Moll. Si en Harry, un amigo que te quiere bien (2000) el reencuentro de un hombre con un compañero de la secundaria disparaba la más insensata e inquietante de las convivencias, aquí la relación que el señor Mars establece con un colega de trabajo marca el casillero uno de un tablero que se parece a una suerte de infierno cotidiano y sin fin a la vista. Construido desde un primer momento como comedia con pinceladas excéntricas (con ese astronauta soñado cayendo lentamente desde el espacio hacia la luminosa París), el guión de Moll y Gilles Marchand se toma el tiempo justo para hacer chocar de frente a la pareja de opuestos que lo protagoniza.

Philippe Mars, bajo la piel del belga François Damiens es un hombre que atraviesa la crisis de la mediana edad con un estoicismo demasiado parecido a la terquedad: separado de su mujer, con dos hijos adolescentes y un trabajo de un par de décadas en una empresa de informática, su vida se asemeja –en palabras de un personaje secundario– a la de un mono enjaulado que se aleja de las barras para simular una imposible libertad. Si el physique du rôle de Damiens resulta ideal, el de Jérôme no lo es en menor medida: Vincent Macaigne parece pintado para su treintañero tardío con serios problemas de depresión, que lo hacen caer cada tanto en ataques de ira incontenibles. Durante uno de esos paroxismos psicóticos Jérôme –tras destruir media oficina– termina lanzando un cuchillo por los aires y cercenando la mitad de una oreja de Philippe.

Desde ese momento, el absurdo será elevado a varias potencias. La bondad intrínseca y corrección ética del señor Mars, unidas a un sentido de la empatía que no hace más que traerle problemas, desembocan en la presencia constante del nuevo inquilino en la casa de su ex esposa, en una semana complicada: la mujer, periodista, se encuentra en Bélgica cubriendo una cumbre política, y Philippe ha quedado a cargo de sus hijos. Lo de Jérôme, más que una presencia, es una intrusión profunda, absoluta, casi una invasión, punto de arranque para que el concepto de “pareja despareja” que late en el interior de Noticias... permita que esa relación sea el centro de irradiación del humor como del crecimiento personal del protagonista de apellido “marciano”.

Lo más estimulante y/o divertido del film no es tanto su estructura general –por momentos algo repetitiva y previsible–, sino los apuntes tragicómicos de algunas de sus mejores instancias que, a pesar de una comicidad jugada en gran medida al gag, no abandona el aire tristón que el protagonista lleva puesto casi como una máscara. Que el enfrentamiento generacional entre padres e hijos pueda potenciarse por las diferencias de opinión acerca de la producción de alimentos de origen animal y que, a su vez, esa obsesión vegana sea para un tercero apenas otro nombre para la fobia emocional y sexual (y el disparador del ecoterrorismo absurdo de los últimos tramos) es uno de los mejores ejemplos de las pequeñas incorrecciones políticas que atraviesan Noticias de la familia Mars.