Nosotras

Crítica de Gustavo Castagna - A Sala Llena

DE PUERTA A PUERTA

Dolorosa, intimista y de una calidez infrecuente es la propuesta de Filippo Meneghetti, su opera prima, que cuenta con un plus notable: la potencia actoral de su dupla protagónica.

Nina (Barbara Sukowa) y Madeleine (Martine Chevallier) viven ese amor de vecinas, de puerta a puerta, en secreto y a espalda de todos. El inicio de Nosotras es un encuentro de pieles, de intimidad entre penumbras, de baile y música adheridas a dos cuerpos que se desean, se tocan, aman y necesitan. Esos silencios transmiten felicidad y ocultamiento al otro. Pero esa felicidad verá trastocada por lo inesperado, el corte abrupto a propósito de la declinación de salud de Madeleine. Ese quiebre se produce a los veinte minutos del inicio de una trama que, desde allí, acumulará otros riesgos y nuevas zonas de conflictos, también la aparición de personajes secundarios de peso (la hija y parentela cercana a una de las mujeres; la enfermera presta a ayudar a Madeleine).

Nosotras es una película de perfil bajo, de construcción de personajes y de climas atenuados que no necesitan de subrayados y escenas de alto impacto. En las miradas y decisiones de Nina frente a la inmovilidad casi total de Madeleine están los detalles que sintetizan el dolor, la casi resignación por ese presente que se fue de manera inesperada, el temor a la soledad, el secreto de la felicidad de una pareja que debería revelarse, la sensación de impotencia ante la fatalidad.

El director Meneghetti explora con su cámara un par de ambientes, solo eso, esos espacios íntimos en donde dos mujeres de setenta años fueron felices y ahora las separa el dolor. En ese escaso tránsito entre un departamento y otro se sintetiza la débil frontera entre la felicidad y la desazón, esos bellos momentos íntimos y un presente difuso e inestable por circunstancias inesperadas. Desde allí, el personaje de Nina toma la posta del relato y se convierte en el punto de vista de la película. En las decisiones que deberá afrontar para no perder al gran amor de su vida y en las complejas peripecias que tendrá con la hija de Madeleine.

Nosotras en un film de cámara, refugiado en dos o tres espacios, que no reclama del espectador un sentimiento más exigente que el de una caricia, una insinuación, un instante efímero de felicidad.

Para comunicar ese bajo perfil desde su propuesta argumental, como ya comenté, el film cuenta con dos notables actrices. Por un lado, la francesa Martine Chevallier, quien en un par de planos al inicio de la historia transita el oscuro camino a la enfermedad. Y Nina, en la piel de la bella madurez de la gran Barbara Sukowa, actriz de Fassbinder (Lola; la miniserie Berlín Alexanderplatz) y Margareth Von Trotta (Rosa Luxemburgo; Las hermanas alemanas; Hannah Arendt), quien a través de sus silencios y pequeños gestos se resume una historia de amor.

Eso es Nosotras y resulta más que suficiente.