Nosotras. Ellas

Crítica de Mex Faliero - Fancinema

PASADO, PRESENTE, FUTURO

Si hay un elemento indispensable en el cine, ese es el tiempo: tanto por el montaje de momentos que conforman un todo temporal, como por ese tiempo que integra la construcción misma de la obra (un rodaje no deja de ser un hilo de tiempo que ensambla diferentes individualidades y las organiza en pos de un objetivo común). La directora Julia Pesce, en su notable documental Nosotras/Ellas, invoca de alguna manera estas dos formas posibles del tiempo: por un lado, registra diversos sucesos en la intimidad de una familia (su familia) que dan un sentido de linealidad, a la vez que aprovecha distintas reuniones grupales para edificar ese todo que termina siendo la película. Lo que hay finalmente es un tiempo que se adivina circular, que sintetiza de algún modo la vida, y que viaja inteligentemente de la oscuridad a la luz (de la muerte a los nacimientos), marcando una distancia con mucho del cine contemporáneo que hubiera preferido el sentido inverso.

Ante la cámara de Pesce desfilan hijas, tías, madres, abuelas. Los hombres permanecen en un espacio relegado, mayormente en off. A la directora le interesa el hilo de relaciones que se teje entre esas mujeres, pero no necesariamente para marcar una mirada feminista: entiende que en esos vínculos entre congéneres hay algo que permite una mayor conexión ante los dilemas que aparecen, pero fundamentalmente que la intimidad (material fundamental de su película) surgirá de manera más espontánea. Porque en Nosotras/Ellas el cuerpo es indispensable, y no sólo el cuerpo como representación de grupo (mujeres, familia) sino desde su sentido más literal: hay planos que se detienen en cuerpos que se bañan, que se contienen, que se cuidan, que se expresan de una manera directa y sin vueltas. Si en algún momento podemos llegar a dudar del nivel de exhibicionismo que el documental propone, inmediatamente aceptamos la lógica de una película que no entiende esa intrusión desde el sensacionalismo. Que Pesce forme parte de esa familia habilita el razonable filtro del pudor, pero además que ella misma elija no aparecer en cámara también elude la autocomplacencia y la egolatría de tanto documental en primera persona.

En Nosotras/Ellas todo arranca con una fiesta de año nuevo. Las mujeres jóvenes se reúnen alrededor de la cama de las mujeres ancianas, que lucen los padecimientos del paso del tiempo tanto en el cuerpo como en la mente. Lejos del lamento o del réquiem, el documental no se detendrá en ese dolor, e inteligentemente avanzará registrando la pérdida a través de los objetos y de aquello que quienes se van dejan atrás: espacios vacíos, fotos, recuerdos. Si la película se vale formalmente de planos y encuadres diseñados con una poética particular, la sustancia de esos vínculos quebrará lo idílico con lo prosaico de lo real: ¿quién se hace cargo de los ancianos? ¿Por qué este familiar no ayuda? ¿Quién se hace presente, quién se ausenta? Sutilmente, Pesce propone un juego de contrapunto entre las imágenes y lo oral, que de alguna manera representa nuestra forma terrenal e irrespetuosa de atravesar lo fantástico del tiempo. En Nosotras/Ellas el dolor y las asperezas aparecen (la revelación de un embarazo es ejemplar), pero nunca como manual de instrucciones de melodrama barato.

Y lo fantástico se revela hacia el final, en una secuencia emocionante que involucra un parto acuático. Pesce cierra su película con un alumbramiento, que resignifica mucho de lo dialogado entre esas mujeres (lo fantástico que pone un cierre a las rispideces terrenales) y que se relaciona circularmente con la acechante muerte del comienzo. La noción del paso del tiempo vuelve a aparecer y termina por darle un sentido unívoco al relato documental. Y surge con claridad esa idea del Nosotras/Ellas del título, de cómo somos nada más -y nada menos- que la repetición constante de lo que ya fue. Como dice alguien en el documental: “la vida es un regalo y hacemos con ella lo que queremos y lo que podemos”.