Nosotras. Ellas

Crítica de Diego Brodersen - Página 12

Biografía de los cuerpos de una familia.

El contacto entre un grupo de hermanas, tías, abuelas y sobrinas de la realizadora es el material de su ópera prima, cuyo tema podría ser el paso del tiempo y el modo en que éste afecta las relaciones entre los miembros de una familia.

Nosotras Ellas, el largometraje de la realizadora Julia Pesce que viene de recorrer varios festivales especializados y clausuró la edición 2015 del DocBuenosAires, comienza con una secuencia que anticipa una muerte inminente y termina, una hora más tarde, con un nacimiento. Esa circularidad le da forma y fondo a esta ópera prima con el sello de la productora cordobesa El calefón (Yatasto, Criada). Su “tema”, de ser posible definirlo, tal vez no sea otro que el paso del tiempo y la manera en la cual éste afecta las relaciones entre los miembros de una familia, que en este caso no es otra que la suya. Pero no cualquier miembro, ya que el documental de Pesce –a quien casi nunca se verá en pantalla, a pesar de la cercanía con sus “sujetos de observación”– describe el contacto entre un grupo de hermanas, tías, abuelas y sobrinas, dejando en un fuera de campo casi total a los hombres, con la excepción de un plan de planos y alguna que otra referencia verbal.

Ese gineceo metafórico que la cámara recorrerá durante poco más de sesenta minutos no implica que la realizadora aporte una mirada estrictamente feminista, aunque en esa relación entre mujeres se adivinen los rasgos de la cofradía, una complicidad y comprensión que parecería estar vedada a los miembros masculinos del clan. Una (otra) posible definición de familia. Hay aquí también –quizá como consecuencia de lo antedicho– un trabajo casi obsesivo sobre la materialidad de los cuerpos, en particular en su estado de desnudez, ya sea en un plano que encuadra el cuerpo de la anciana mientras sus pies, mancillados por el paso del tiempo, son masajeados con cariño o en una breve escena en la cual otra mujer es bañada por una de sus sobrinas, no sin esfuerzo. O bien aquella otra concentrada en el chorro de la ducha cayendo sobre el hinchado abdomen de una joven embarazada. La presencia del agua es central en el relato que Pesce construye con elementos esencialmente visuales: una de las escenas más bellas del film encuentra a las mujeres de su familia sumergiéndose en un río en un día de calor, como si se tratara de una antigua ceremonia pagana, a pesar de la presencia del moderno shampoo. El film cierra su relato, por otro lado, con un parto acuático.

Por ese camino, el del registro de esos cuerpos femeninos y algunas de sus actividades, Nosotras Ellas encuentra una singular manera de transmitir cierta idea de espiritualidad, de armonía transgeneracional, a pesar de las inevitables diferencias y conflictos. En su primera parte, que describe la dura realidad de la decrepitud y la cercanía de la muerte (no sólo la abuela está enferma sino también una de las tías, aquejada por el Mal de Alzhéimer), la realizadora mete el dedo en la llaga de una cuestión que suele causar rispideces en los miembros de cualquier familia: ¿quién cuida a la persona enferma. ¿Quién toma la decisión de internarla (o no) en una institución geriátrica? Son varias las escenas en las cuales se discuten esas cuestiones, pero Pesce las alterna con momentos más felices e íntimos, donde el contacto físico con quien está por morir puede traer el recuerdo de algunos pasajes del cine de la japonesa Naomi Kawase, en particular su notable y muy personal documental Tarachime, que también elaboraba una suerte de (auto)biografía de los cuerpos.

Tal vez algunas decisiones en la mezcla de sonido sean discutibles, en particular cuando la película evidencia ciertos diálogos que claramente fueron doblados en posproducción, quizá con la intención de cubrir problemas del registro directo o bien para aportar desde la pista de audio ideas que no surgieron durante el rodaje. La voz en off de la realizadora interrumpe en varias ocasiones la acción y aporta palabras y frases que ingresan en el terreno de lo onírico. Es precisamente el componente poético el que se destaca en un film que bien podría haber caído en el mero exhibicionismo. Nosotras Ellas permite encontrarse con una nueva voz en el cine documental argentino, alejada tanto de las fórmulas establecidas como de la primera persona como mero recurso formal: aquí el “yo” que narra, conduce y describe logra ir más allá de la simple subjetividad de la realizadora.