Norberto apenas tarde

Crítica de Carlos Folias - Puesta en escena

A partir del jueves 5 de enero puede verse en las salas de los cines el largometraje que lo tiene por primera vez como director a Daniel Hendler. El actor uruguayo que ha desarrollado una exitosa carrera cinematográfica en Argentina (El abrazo partido, Fase 7, Los Marciano, Mi primera boda y otras) y en teatro y televisión, también ha escrito el guión de Norberto apenas tarde. Rodada en su ciudad natal, Montevideo, con técnicos y actores argentinos y uruguayos, el film ha sido seleccionado para participar en numerosos festivales y fue exhibido en el último festival internacional de cine independiente de Buenos Aires realizado en abril del año pasado.

La historia hace eje en Norberto, una persona que a sus 36 años lleva una vida que lejos de estar definida o encausada se maneja entre la inmadurez y la duda. Se sabe tímido y eso se le nota a pesar suyo, desde la forma de vestir hasta en el modo de encarar las relaciones y resolver los problemas. Con sus tiempos y a su manera intenta llevar su vida pero las cosas no le salen del todo bien. Acaba de perder su trabajo y aunque le dice a su novia que ha decidido irse de la empresa en busca de un cambio todo parece indicar que lo han despedido. Las cosas le resultan difíciles de manejar, desde no perder las llaves de su casa hasta lograr que la alarma de su auto le haga caso.
Cercano ya a los 40 años los cambios para mejorar su situación no parecen ser simples. No faltará quien le recomiende hacer un curso de “reafirmación personal”. Algo parece que debería hacer para dejar de perder y comenzar a crecer, pero enfrentar la realidad, poder hablar de los problemas y dejar de justificarse no parece tarea sencilla.
Descubrirá su interés por el teatro y se anotará en un curso. Experiencia que tal vez constituya una forma de expresión o búsqueda interior o termine transformándose en otra manera de llenar el tiempo y seguir postergando. Con compañeros más jóvenes que él podrá encauzar su vocación representando a Chejov o comprobar, una vez más, que sigue llegando tarde aunque sea un poco.

Fernando Amarral se destaca en el rol de Norberto aportando elementos interesantes en la composición del personaje que en pequeñas dosis se va construyendo a lo largo del film. Con espacios para el humor a partir de su propia torpeza o inocencia, constituirá para algunos un ser tierno y para otros simplemente un perdedor. Los demás personajes se sustentan en buenos trabajos actorales en general, destacándose en particular Silvina Sabater, César Troncoso y Eugenia Guerty.

Daniel Hendler, en su primer trabajo como director, hace lo que se espera de su rol. Dirigir, guiar, orientar acertadamente el trabajo para obtener los mejores resultados en técnicos y actores. Todos los elementos, desde la música y la fotografía hasta el arte y el vestuario, parecen responder a una coherente textura. Cualquiera que conozca a Hendler o lo haya visto actuar reconoce en él un estilo que le es propio vinculado con su personalidad y forma de ver la vida. Esa mirada particular es la que podemos reconocer en esta película aunque se trate de su ópera prima.

Su gran mérito de dirección es mostrarse como es. Por eso se advierte una coherencia entre lo que muestra como actor o en un reportaje y lo que trasmite al espectador a partir de las imágenes. No necesita un guión pretendidamente original como tampoco copiar el estilo de nadie. Tiene la tecnología a su alcance pero lo suyo no son los efectos especiales ni la artificialidad. Bastan acertadas decisiones técnicas y la cámara en el lugar adecuado para mostrar lo que él intuye que la imagen transmitirá al espectador. Las situaciones que plantea el guión son reconocidas en lo cotidiano y las características de los personajes pueden verse en ambos lados del Río de la plata. El punto desde el cual observa su cámara es lo original. Esa es la forma de llegar al espectador sin excesos ni estereotipos. Con la melancolía y la naturalidad de lo cotidiano permite que se filtren esos estados de ánimo que parecen imperceptibles. En una ciudad en la que no siempre es fácil abrirse paso, más de uno encontrará puntos en común con los personajes.

Norberto apenas tarde, escasamente tarde, casi a tiempo, pero tarde. Daniel en el momento justo comenzando a desarrollar su camino como director que seguramente será muy gratificante para él y para los espectadores.