Non-Stop: Sin escalas

Crítica de Rodolfo Weisskirch - Loco x el Cine

I’m So Excited

¿Alguien imaginaba 20 años atrás que Liam Neeson, el actor irlandés nominado al Oscar por su interpretación de Oskar Schindler se convertiría en un ícono del cine de acción? O sea, ya tenía antecedentes – Darkman, Bajo Sospecha, Rob Roy – pero realmente, hay que admitir que el actor de 61 años se sigue re inventando y manteniéndose tan vital como siempre.

En Non Stop: Sin Escalas, se reúne de nuevo con el catalán Jaume Collet-Serra – Desconocido – para un nuevo thriller, que sigue el tono del anterior film conjunto. Ya alejado del género de horror que lo puso en el mapa – La Casa de Cera, La Huérfana – el realizador se anima a hacer un policial “vertiginoso” dentro de un avión.

El resultado termina siendo bastante entretenido. Neeson interpreta a Bill Marks, un típico detective venido a menos por tragedias familiares: alcohólico, depresivo, tabaco-dependiente, etc. Nada original. Marks trabaja como sheriff encubierto de vuelos comerciales. Un perfecto antihéroe. En medio de un vuelo a Londres recibe un mensaje en el celular, donde le avisan que si no deposita 150 millones de dólares en un cuenta corriente morirá un pasajero del avión cada 20 minutos. La profecía se cumple, pero de una forma bastante impredecible.

Durante el vuelo, Marks, no solo debe descubrir al asesino sino también demostrar que él mismo no es un asesino o secuestrador al resto de los pasajeros.

En la línea del clásico de Agatha Christie, Crimen en el Expreso Oriente, mezclado con Aeropuerto, Pasajero 57, Momento Crítico o Turbulencia, Non Stop, es una propuesta que se disfruta mientras se mira, porque carece de bastante lógica y coherencia narrativa. Collet – Serra, a través de un montaje ágil y la ayuda de una intensa banda sonora le aporta suficiente dinamismo al film para no aburrir, y mantener el interés obligando al espectador que no razone demasiado acerca de la verosimilitud del relato.

En la última media hora, se van rotando los sospechosos y la resolución para evadir los lugares comunes termina siendo bastante ridícula. El McGuffin decía Hitchcock es lo que menos le importaba y el director de Non Stop está bastante conciente de ello, por lo que decide explicar todo lo suficientemente rápido para que no se vuelva una distracción para el espectador.

Influenciado acaso por el piloto que compuso Denzel Washington en El Vuelo, para Bill Marks, el viaje termina siendo una suerte de terapia de rehabilitación pero, el director decide usar la personalidad del protagonista solo como excusa para encasillarlo dentro de otro tópico hitchcokiano: el hombre equivocado.

Los giros argumentativos bordean la ridiculez, y ciertos clisés y estereotipos del género – desde la típica niña que viaja sola en un avión con su muñeca hasta la muerte de uno de los pilotos – no hacen más que confirmar la vigencia que aun hoy tiene Y Donde está el Piloto? de los hermanos Zucker. Es claro, que lejos del típico patriotismo del cine estadounidense, al director le interesa, opuestamente, satirizar la paranoia post 11 de septiembre.

Un argumento poco creíble no sería digerible sino fuera por un elenco sólido que aporta suficiente tensión para generar la empatía con el espectador. Liam Neeson, que después de Taken resulta un antihéroe perfecto, y Julianne Moore, consiguen trabajos dignos, más allá de que la química entre ambos – trabajaron previamente en Chloe – es bastante orgánica.

Aun con excesos y ciertas situaciones forzadas, Non Stop es un viaje entretenido y visualmente atractivo. Hubiese sido más divertido, claro está, verlo a Liam Neeson entreteniendo a los pasajeros al ritmo de “I’m so Excited”, pero dejemos el número musical para cuando Almodóvar se haga cargo de la secuela.

Mientras tanto, piensen poco y disfruten del vuelo.