Non-Stop: Sin escalas

Crítica de Lucas De Caro - Toma 5

“Non-stop”: Tensión sin escalas

Al subir a un avión, el pánico se convierte en una constante para muchas personas que no están acostumbradas a volar. Esa sensación, seguramente creada por la cultura hollywoodense y las noticias respectivas que giran alrededor del mundo, genera miedo, levanta sospechas y concentra los ojos cuando la azafata indica los métodos de prevención ante una posible amenaza o un probable accidente. Pero todo eso resulta absurdo y hay que tener mucho cuidado si Liam Neeson es uno de los pasajeros a bordo, ya que eso es garantía de que algo inesperado y peligroso está por pasar. El mismo que encarnó a Oskar Schindler y el que todo lo puede en “Taken” (2008) ya sumó canas a su cabellera y se convirtió con sus 61 años en uno de los personajes de acción preferidos de la actualidad.
La película, dirigida por el cineasta español Jaume Collet-Serra, quien ya había trabajado con el protagonista en “Unknown” (2011), nos presenta a Bill Marks (Neeson) con una botella de whisky en la mano y una placa de agente aéreo federal en la otra. Tenso y observador desde el minuto cero, el hombre aborda desde Nueva York un vuelo con destino a Londres, en el que conocerá a Jen (Juliane Moore, ganadora del Globo de Oro a mejor actriz por la serie “Game Change” en 2012), quien será su acompañante de vuelo. El misterio comienza a tomar el rol principal cuando Bill recibe un mensaje en su teléfono de un desconocido en el que le exige una transferencia bancaria de 150 millones de dólares, o de modo contrario un pasajero morirá cada 20 minutos. Buscando resolver este enigma, los problemas se irán acrecentando para todos y hasta las emociones más profundas de los protagonistas se irán removiendo.
Una de las principales habilidades con las que cuenta el filme, es que el espectador también participa de la acción ya que se transforma en un detective más al intentar descifrar cuál de todos los pasajeros es el culpable o quiénes son cómplices. De esta manera, se irán revelando pequeñas grandes historias que le aportan amplitud al relato como el de una pequeña niña que está viajando por primera vez sola y que seguramente no quiera volver a hacerlo. Además, el guión genera discordias en las mentes ya que los juicios que se hacen sobre los personajes dan giros repentinos de un momento para otro.
Por otra parte, el espacio cerrado que ofrece la aeronave y el hecho de que sea un vuelo transatlántico indican que no hay escapatoria alguna y que el conflicto debe resolverse de la manera que sea en ese pequeño sitio. El ritmo cambiante de las tomas, que va creciendo y decreciendo mientras el reloj llega al minuto 20, los nervios reflejados en las caras de los actores y la banda sonora que acompaña con sutilidad, irán sembrando la intriga y generando desesperación en la audiencia, quien desea obtener una pronta solución a este acertijo.
En síntesis, Collet-Serra nos trae un plato fuerte, atrevido y emocionante, pero a pesar de ello, parece haberle faltado la frutilla del postre para que la cinta pueda ser recordada en el futuro como la mejor de las suyas. Si les gusta el peligro, esta es una historia de alta tensión a la que sí pueden acercarse.