Nomadland

Crítica de Victoria Leven - CineramaPlus+

Este filme de Chloe Zhao ha sido uno de los que generó mayores expectativas y halagos en festivales como los de New York, Toronto, Venecia y San Sebastián, erigiéndose como emblema de un cine norteamericano, aún llamado indie, y dirigido por la mirada de una realizadora arribando a su tercer largometraje.

El filme es una adaptación de la novela de Jessica Bruder, un relato de no ficción que describe a través de un viaje la vida de los trabajadores golondrina del Estados Unidos profundo y propone una panorámica de la gran recesión americana en los inicios de la década anterior.

Tomando este motor documental de la novela, Zhao ficcionaliza un relato centrado en la figura femenina de Fern –en el cuerpo de Frances McDormand– una mujer de pocas palabras y gestualidad parca que se entrega al derrotero tras un grupo de trabajadores temporales, viajando así de una punta a otra del interior de EE.UU. donde la vemos realizar todo tipo de trabajos primarios y hostiles para sustentar su supervivencia y su vida nómade.

Algunos espectadores críticos han definido este filme como una road movie – western existencial, y creo sin duda que ese titular es tan pretencioso y artificioso como esta película y sus intenciones de dejarnos un mensaje que resignifique nuestras vidas.

La magistral dirección de fotografía de Joshua James Richards impacta en su paleta de grises y colores de los paisajes desérticos de Arizona o la blanca nieve de Dakota, una imagen casi de poster gigante, técnicamente impecable, a la vez que tramposamente atractiva. La imagen plástica de este filme termina jugando un engaño visual/emotivo ya que hace uso –y abuso– junto a la composición de planos extremadamente calculados con el objetivo de generar un golpe visual y emocional que nadie pueda evitar.

Pero si pudiéramos evadir el hachazo de la imagen que viene con golpe de efecto, la música –magistral por cierto de Ludovico Einaudi– no deja que nadie se escape por un costado del cuadro. Su utilización directa y sin matices, sin sutilezas ni tersura rematan la búsqueda efectista de Nomadland y sus dudosos procedimientos.

Si la impronta documental era parte importante de esta película, su falsedad visual – musical deja de lado toda instancia genuina de esos lenguajes.

Y claro que todos –o casi todos– amamos a Frances McDormand, curtida, llena de detalles gestuales, silente. Pero aquí, en el cuerpo de Fern, Frances Mc Dormand es más bien una caricatura de sí misma.

Una película plagada de mensajes directos, recursos obvios y un mar de sobre intenciones. Un relato que no nos deja espacio para mirar con libertad interpretativa, pues nos fuerza en una sola dirección y quedamos atrapados en el intento.