Nomadland

Crítica de Rolando Gallego - EscribiendoCine

La favorita de la temporada de premios

Con una cuidada fotografía, una cámara íntima, que se acerca a su personaje protagónico, la película habla de cómo la economía atraviesa los cuerpos de las personas.

A pocos minutos de iniciada Nomadland (2020) de Chloé Zhao, y tras presentar de manera detallada y precisa a la protagonista, Fern, interpretada por la enorme y siempre efectiva Frances McDormand, comprenderemos el presente de una mujer que tras haber sufrido varias pérdidas decidió encarar una vida nómade para subsistir. Pero esa elección no es fácil, al contrario, cada día pesa más en su presente el desarraigo, el frío, que se cala en los huesos cada noche, la mala alimentación.

“Necesito trabajo, me gusta trabajar”, le dice a una posible empleadora, de una manera sencilla y directa, pero el mercado laboral sólo le tiene reservado algún temporario puesto en empresas despersonalizadas con jefes que tienen, como mínimo, 40 años menos que ella.

Lo más valioso de una propuesta como Nomadland, en un contexto crítico y de alerta como el que se atraviesa, es su lúcida construcción de espacios, lugares sin alma, pero que en la solidaridad de los solitarios cuerpos que también buscan acompañamiento y amistad, su protagonista, una mujer que ha visto como su trabajo, su marido, su pueblo, ha ido desapareciendo, y en el aferrarse a vieja vajilla y algún que otro traste más, se mantiene suspendida en el tiempo, encuentra, de alguna manera, una razón para vivir.

Trabajos temporales mal pagos, el frío que le cala los huesos en su destartalada van, con la que recorre caminos y caminos, un puñado de vínculos (Charlene Swankie, Linda May) y la férrea convicción que los recuerdos le otorgan sobre un pasado de “gloria” por contraste a un presente calamitoso, son los puntos que harán avanzar narrativamente un relato sobre pérdidas, heridas y sobre un Estados Unidos en el que el avance de la automatización de tareas laborales, la precarización, la marginalidad y el descarte, marcan el pulso de la economía.

La realizadora Chloé Zhao se permite combinar dos géneros, el drama social y la road movie para relatar la historia de Fern, una mujer que ama la música, caminar, y errabundear por el mundo, convirtiéndose, aún con su entrada edad, en una especie de trabajadora golondrina, nómade, que atraviesa el país en búsqueda de subsistir. La hija de una excompañera de trabajo le dice “mi mamá me dijo que vos sos una homeless”, a lo que Fern, estoica, responde “soy una houseless”, resistiendo siempre frente a la mirada del otro.

Porque de eso también habla la propuesta, del constante ejercicio y evaluación ante la atenta mirada del otro, que desconoce el pasado, presente y futuro de esa frágil y a la vez fuerte mujer, y que debe rendir examen ante un mundo que le ha pasado por encima sin siquiera detenerse a voltear la cara y observar qué dejó en el camino.

“Creo que paso mucho tiempo recordando” enuncia a una especie de gurú de los nómades Fern, y en su constante devenir y andar, Zhao registra cada instante de la mujer como si fuera la última oportunidad que tuviera el espectador para verla.

Resiliencia, fortaleza, identidad, pero también sororidad, amistad, compañerismo, con una puesta en escena modesta, ascética, que construye en la idea de registro cuasi documental la no injerencia de su mirada en un relato que sorprende por la notable interpretación de McDormand, un verdadero camaleón escénico, que se desnuda en cuerpo y alma en sus acciones, pero que no deja de reiterar algunos lugares comunes y subrayados en su estructura, clásica y lineal, narrativa.