Noé

Crítica de Fernando Casals - Revista Meta

No hay lectura literal de la biblia, es todo interpretación, la colección de folklore mitológico fue escrito así y conservó durante su continua reescritura a través de los años el tono convenientemente ambiguo lo cual revela su carácter de “cadaver exquisito” milenario. Esta es la mejor noticia que puede tener un director/guionista a la hora de adaptar una historia y como plus en esta tampoco se pagan derechos de autor. Los religiosos acusaron al film de promover valores anti cristianos, pero el Génesis -sabemos- menciona a los hijos de Noé, pero casi no hay referencia a su esposa, sin una mujer no hay conflicto familiar habrá pensado Aronosfsky, ni rol estereotipado habrán pensado en el estudio, la sensibilidad femenina que busca hacer entrar en razón a un Noé que en nuestra era hubiese sido un talibán auto-bomba. El drama humano se desarrolla en un contexto de fantasía para contar una parábola de como la humanidad debe actuar, por ende el film necesitaba un malo y allí entra el guionista y reescribe la historia incorporando a Caín y sus seguidores. Caín se vuelve la voz de la razón, la voz quizás del director, la voz que no está en el viejo testamento. Transformando decisiones divinas en decisiones humanas. El absurdo del escrito sagrado da lugar para los vigilantes, ángeles caídos en desgracia que recuerdan a Bárbol de Lord Of The Rings. La quintaesencia del experimento social: Dios te ordena que salves al mundo, pero si en el proceso pierdes tu alma, lo harías?. Que clase de persona salva al reino animal y su familia y deja ahogarse al resto de la humanidad?. Cuando Noé ve que sus propios hijos son “impuros” tal vez se da cuenta que el bien y el mal no juegan separados, más bien conviven en todos y cada uno de los humanos junto con el libre albedrío (que descubrirá luego, cuchillo en mano) y eso no es otra cosa que la prueba que no necesitamos Dios, lo somos.