Noé

Crítica de Carlos Schilling - La Voz del Interior

Teología de efectos especiales

Salvo por la actuación de Russell Crowe, "Noé" resulta una versión ecologista y absurda de la leyenda bíblica del arca y el diluvio.

La única virtud de Noé es confirmar que Russell Crowe puede interpretar cualquier rol que le propongan. De hecho, en esta sola película encarna consecutivamente, siempre en el cuerpo del personaje de Noé, a un visionario, un padre de familia, un soldado, un patriarca y un psicópata religioso.

No se le escapan los matices de ninguna emoción y de ninguna acción. Parece contener en sí mismo, en sus ojos, en sus gestos, en su presencia masiva e invasiva, la evidencia de que todo es posible. Todo: incluso una historia tan mal contada y tan inverosímil como esta versión de Darren Aronofsky de ese famoso pasaje del Génesis sobre el arca y el diluvio.

Pero por muy sublime que sea la interpretación de Crowe, no basta para sostener una narración de más de dos horas que divide libremente la leyenda en tres partes bien diferenciadas, cada una menos fiel que la otra a la letra y al espíritu del libro original.

Primero, hasta la construcción del arca incluida, es un relato épico fantástico que parece guiado por un nieto no reconocido y new age de Tolkien: hay sueños premonitorios, ángeles convertidos en monstruoso rocosos y combates multitudinarios.

Segundo, ya en el arca, y con el texto bíblico definitivamente distorsionado, se transforma en una tragedia protoshakesperiana. Pululan los deseos de venganza, los sentimientos filiales y paternos ambiguos, y Noé se vuelve una especie de patriarca trastornado por una misión que lo excede.

Tercero, una insípida coda final de reconciliación entre todos los sobrevivientes termina de hundir a la película en la misma masa de agua donde navegó el arca.

En definitiva, imposible decidirse acerca de qué resulta más insoportable de Noé: el ecologismo anacrónico de su director, su protestantismo inconsciente o involuntario (Aronofsky se declara ateo) proyectado al antiguo testamento en la idea de predestinación, o su teología de efectos especiales que intenta convencernos de que lo sobrenatural (por imaginario, mitológico o supersticioso que sea) puede ser reducido al orden de la imagen.