Nocturna

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

Después de la comedia dramática Luisa, su ópera prima, el director Gonzalo Calzada se dedicó al género fantástico y de terror. La plegaria del vidente, Resurrección y Luciferina, dan cuenta de su conocimiento y de su capacidad para plasmar tramas inquietantes, pero con una especial preocupación por la psicología de los personajes. Lejos de conformarse con largometrajes, suele expandir sus propios universos en otros formatos. Ya lo había hecho con Resurrección, que acompañó con una novela. En Nocturna fue más allá: creó un film dividido en dos lados (al estilo de UPA: una pandemia argentina) y una novela, publicada por la editorial De la Fosa.

En el Lado A: La noche del hombre grande conocemos a Ulises (Pepe Soriano), un nonagenario que siente los años como una tortura. Vive con Dalia (Marilú Marini), su esposa, en un departamento que parece un museo, y su memoria por momentos es difusa. El malestar y el encierro ya son parte de la rutina. Una situación incómoda, que se agrava cuando esa noche comienza a ser acosado por ruidos y visiones extrañas, incluyendo una vecina que acaba de morir.

Una de las virtudes del cine de terror es que permite hablar de los tabúes y de los aspectos más oscuros de la condición humana. La muerte, para empezar, y la vejez, la enfermedad, el deterioro, la pérdida… El terror da la oportunidad de explorar estos temas evitando los discursos y las obviedades. Algunos cineastas pueden ser más o menos explícitos en este sentido, pero quienes de verdad aman y entienden el género nunca pierden de vista esta máxima. Calzada no es la excepción. La historia de fantasmas es una excusa para hablar sobre la mayoría de edad, los recuerdos, la culpa, el miedo, la desesperación por lo inevitable. Lo sobrenatural, de una eficiente ejecución, bordeando los lugares comunes de esta clase de premisas, va dejando lugar al drama más puro y desgarrador. Al mismo tiempo, el director no olvida los detalles más entrañables y positivos de Ulises, de una importancia crucial en los momentos más tenebrosos.

Así como el Lado A se vale de una narración clásica, con sus giros inesperados, el Lado B: donde los elefantes van a morir nos muestra la misma historia, pero desde un enfoque más sensorial. Volvemos a Ulises, su microcosmos y su pasado, y podemos descubrir más sobre otros personajes decisivos, empezando por Dalia. Además, la diferencia con La noche del hombre grande es estética: el director se entrega a un lenguaje más experimental, con otros formatos y estructuras más audaces y recursos como el monólogo interno. Enriquece y presenta ángulos novedosos, pero sin sobreexplicaciones.

En ambos lados, la visión de Calzada llega a su pico gracias a la soberbia interpretación de Pepe Soriano. Se pone la(s) película(s) al hombro al componer a un ser quebradizo y torturado, que experimenta una serie de descubrimientos. No menos brillante es el desempeño de Marilú Marini, en un personaje que impone su carácter pese a su delicado estado físico y esconde varias complejidades. Acompañan muy bien Lautaro Delgado Tymruk como Daniel, el encargado del edificio, y Desirée Salgueiro, que encarna a la vecina.

Nocturna es una obra conceptual en la que Gonzalo Calzada se supera a sí mismo. Un tratado sobre la fragilidad humana y la soledad, pero también sobre la esperanza y la vida.