Nocturna

Crítica de Franco Denápole - Funcinema

LA AVENTURA DEL TRANSMEDIA EN ARGENTINA

Es interesante y saludable preguntarse acerca del estado de la producción transmedial en la Argentina. Una narrativa transmedial se puede definir como aquella que se extiende a más de un medio artístico. Uno de los ejemplos paradigmáticos y originarios de este sistema de producción de contenidos es Star Wars, el cual comenzó como película y fue luego ampliado en novelas, comics, videojuegos, parques temáticos y todo lo que se nos pueda ocurrir. Se trata este de un modo de producir bastante norteamericano, al menos si lo asociamos a la grandilocuencia y la ambición con la que Estados Unidos siempre encaró el desarrollo de sus industrias culturales. Ahora bien, la narrativa transmedia es, además de una forma de entender el arte y los bienes culturales que podría asociarse a la mentalidad expansionista norteamericana, un interesante y necesario ejercicio que obliga a conjugar diferentes lenguajes para articular una historia cuya complejidad y riqueza no puede sino verse multiplicada.

Nocturna, un proyecto que consiste en dos largometrajes y una novela, se suma este año a la corta lista de narrativas transmedias argentinas. Y si bien esta reseña no pretende serlo de todo el proyecto transmedial sino solo de una de sus dos películas, lo menos que se puede hacer es pensarla y juzgarla en el contexto de la serie de producciones en las que se enmarca.

Dicho esto, ¿de qué trata Nocturna? Es la historia de una pareja de ancianos que transita las dificultades de la edad y la aterradora proximidad del olvido, la demencia y la muerte, a la vez que son confrontados por los fantasmas de viejos errores. El largometraje es el primero del binomio compuesto por: Nocturna. Lado A: La noche del hombre grande y Nocturna. Lado B: Donde los elefantes van a morir. Lo protagoniza Pepe Soriano, que con 92 se echa la película al hombro y solo con su expresividad facial sostiene 107 minutos de duración.

La pertenencia de este largometraje a una serie transmedial se refleja en lo ambicioso de sus búsquedas formales y narrativas. En su base, la historia es simple, pero se complejiza a base de recursos como la confusión entre realidad y fantasía, o entre presente y pasado. El guion enmaraña y fragmenta el conflicto dramático del personaje de Soriano convirtiéndolo en una serie de escenas que se repiten, se confunden y se pierden. La complejidad es doble al tener en cuenta el admirable despliegue formal: Nocturna marea al espectador con una superabundancia de recursos y herramientas estilísticas que lo acercan al expresionismo de formatos tales como el comic o el videojuego (entendido como una simplificación formal que acentúa la capacidad expresiva de ciertos elementos).

Claro que un relato de estas características tiene un alto grado de riesgo. Por ejemplo, el de caer en el exceso y el barroquismo. En este sentido, Nocturna puede por momentos agobiar al espectador o, en contradicción con el carácter expresionista del que hablaba antes, apilar recurso sobre recurso, haciendo de la escena visual y sonora una confusión de estímulos de la cual resulta por momentos difícil sostenerse. Claro que esto va en consonancia con el carácter de su protagonista, un anciano afectado por dificultades perceptivas o neurológicas, pero esta interesante relación entre forma y fondo no se logra (al menos en este caso) sin perder algo de legibilidad. Por último, el otro riesgo que surge del uso de tal diversidad de sistemas expresivos y artificios está en que es más factible que al menos alguno de ellos no gusten a sus espectadores. Dicho de otra manera, es difícil ver Nocturna sin sentir que al menos algo de lo que se observa o se escucha sobra. En mi caso, por ejemplo, la decisión de alternar la actuación de Soriano y Marilú Marini con dos actores infantiles, aunque justificada desde el guion, me parece un despropósito que hace tambalear el ritmo y el tono del relato en momentos centrales.