Noches de encanto

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Hay un axioma que reza, “no hay nada nuevo bajo el sol”, todo es copia de algo anterior, aceptando esto cinematográficamente siempre nos deberíamos ubicar como espectadores, en relación a las sensaciones que nos produce un filme. ¿Nos aburre? ¿Nos presenta algo nuevo? ¿Nos seduce? Y la más importante, como decía Oscar Wilde para la literatura, ¿está bien hecha?

En el caso de “Burlesque”, tal el titulo original de “Noches de Encanto”, todo es de un nivel paupérrimo.

La idea para nada original. Una chica de campo que llega a la ciudad con la firme intención de triunfar como cantante, bailarina, o lo que sea, con tal de triunfar, sin cuestionarse que sería triunfar.

¿Hacer lo que le gusta? ¿Explotar su don? ¿Tener plata? ¿Ser famosa?

Sabemos desde la presentación del personaje que ella cree de si misma que es una cantante extraordinaria, pero que todavía no fue descubierta, situación del orden de lo imposible, ya que ella sólo canta en soledad.

Es como querer ganar la lotería y nunca comprar un solo billete.

Para construir este relato, Steve Antin como guionista y realizador recurre a grandes películas del género y a otras no tan importantes, pero todas reconocibles.

Desde cuadros robados de la inspiración del gran Bob Fosse, “All That Jazz” (1979) y “Cabaret” (1972), como así también se pueden reconocer escenas de “Moulin Rouge” (Baz Luhrmann, 2001), “Chicago” (Rob Marshall, 2000), y hasta en filmes menores como la correcta “Coyote Ugly” (David McNally, 2000).

Como dije antes, no es importante el robo a mansalva de cuadros musicales o escenas copiadas, también siendo benévolos podríamos decir que la intención fue homenajear a esas producciones y directores. El punto es que todo esta muy mal hecho, los cuadros musicales no son atractivos, más allá de la falta de sincro entre el audio y la imagen. El manejo de la luz y el color son faltos de diseño y creatividad, ni que hablar del montaje que intenta hacer alarde de la técnica más que de su función narrativa.

¿Cuál es la razón de producir, filmar, y estrenar este engendro? Es conocida la incursión en el cine por parte de los cantantes y/o bailarines que se destacaban por su arte más que por la capacidad actoral, tal el caso de Elvis Presley, Madonna, y hasta el mismísimo Fran Sinatra tuvo sus incursiones.

Muchas otras veces el sólo hecho de promover a un cantante era el argumento que justificaba el filme.

En este caso, mi sensación es que la intención es reflotar la carrera musical de Christina Aguilera, no importa como. A punto tal llega la falta de respeto que los irresponsables de este producto intentan que la Cristinita imite a Michelle Pfeiffer en “Los fabuloso Baker Boys” (1989)

Para ello hacen uso de lo que tienen a mano, y es patético ver a Cher tratando de modular con la boca con la intención de cantar como lo hacia el siglo pasado, no lo puede hacer por la misma razón que no puede sonreír, las cirugías son las que resaltan. Ella es Tess, la dueña de un local de baile llamado “Burlesque” al que llega Ali (Christina Aguilera), lugar que está en peligro de desaparecer por las deudas.

Es muy fácil reconocer a los mismos veinte espectadores, no más, que noche tras noche concurren a este teatro, como si fuese el único bar de un pueblo perdido en medio de la montaña, pero no, esta en medio de una gran ciudad.

La llegada de Ali modificará la vida de todos.

No sólo es, o se supone la artista que estaban esperando para evitar el derrumbe, sino que tiene otros dones como inteligencia superior a Albert Einstein, es más buena que el agua mineral, hasta por sus actitudes sociales parece la Madre Teresa de Calcuta,. Menos mal que no intentaron presentarla como una niña ingenua y virginal, eso ya hubiese sido grotesco.

Sólo se salva del incendio, en cierta medida, Stanley Tucci, repitiendo un papel que ya lo hace de taquito, el de gay que no lo parece.